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El costo invisible de los ultraprocesados: ¿Qué pasaría si dejas de consumirlos?

Salud

Por: Carolina De La Torre - 03/21/2025

Más allá del peso y la salud metabólica, los alimentos ultraprocesados reconfiguran la química del cerebro, alterando la dopamina y reforzando patrones de consumo compulsivo.

Nuestro cerebro está programado para el placer inmediato. Por eso, los alimentos ultraprocesados no solo nos alimentan, sino que nos seducen. Colores brillantes, texturas crujientes, sabores diseñados en laboratorios para engancharnos. Pero, ¿qué ocurre cuando los dejamos atrás?

Un estudio reciente exploró esta pregunta. Durante ocho semanas, un pequeño grupo de voluntarios con sobrepeso redujo su ingesta de estos alimentos bajo la guía de un coach. El resultado: una pérdida promedio de 3.5 kg y una reducción diaria de 612 calorías. Pero más allá del peso, ¿cuál es el cambio en nuestro cerebro? 

El consumo de estos alimentos altera la dopamina, el neurotransmisor del placer. Comerse una bolsa de papas fritas dispara la misma ruta de recompensa que una adicción. Al eliminar estos alimentos, el cuerpo entra en una suerte de abstinencia: antojos, irritabilidad, incluso una sensación de vacío. Pero conforme pasan los días, la sensibilidad a los sabores naturales se restaura. La fruta sabe más dulce, los vegetales más intensos, la saciedad llega antes.

Otro efecto notable es la estabilización de la energía. Sin los picos y caídas del azúcar y los aditivos, el cuerpo se libera del cansancio y pesadez crónica y la bruma mental. Menos inflamación, menos cortisol, un metabolismo más eficiente.

El estudio es preliminar, con una muestra pequeña y un sesgo evidente: los participantes ya querían cambiar. Pero más allá de los datos, la evidencia empírica es clara: quienes abandonan los alimentos ultraprocesados no solo pierden peso, sino que redescubren el verdadero sabor de los alimentos y, en el proceso, se reconectan con su propio cuerpo.

Dejar los alimentos ultraprocesados no es solo una decisión nutricional, es también un acto de resistencia contra una industria que se ha infiltrado en nuestros antojos y emociones para llenar sus bolsillos. Un retorno a lo esencial, donde comer deja de ser un hábito automático para convertirse en un ritual consciente.


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