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¿Por qué no deja de sumar admiradores este humilde largometraje de animación 3D de Letonia? ¿Cómo intenta sacarnos de nosotros mismos esta obra sobre animales de un director millennial de un país olvidado? ¿Cómo ha conseguido llegar a tantos sin recurrir a un solo diálogo?

La película letona “Flow” del jovencísimo Gints Zilbalodis, “Straume” en su legua original, ha sido la gran sorpresa del cine y la animación con la que el público estrena este año 2025, un plano futuro, misterioso y atrapante, como esta “historia” inesperada.

Y escribo historia entre comillas porque esta cinta, coguionizada junto a la escritora Matiss Kaza, es más un evento continuo sobre el problema y la maravilla de ser naturaleza que una narración. Quizá por eso no es extraño que se le califique como esmerada y espontáneamente impredecible desde su inicio, pasando por sus muchos nudos, hasta su final. También como una comunicación artística y una apertura previa a la técnica, una historia para humanos tocados por su animación donde no aparecemos porque, en palabras del naturalista John Muir:

La forma más clara de acceder al universo es a través de un bosque salvaje.

Y es que ahí empieza Flow, en una consciencia remota, una densidad distinta a lo boscoso de nuestros propios miedos, aunque tan familiar como cualquier esplendor enrevesado, viviente y oculto en sí mismo. Un lugar donde no parece haber existido nuestra versión de las cosas, nuestras civilizaciones, religiones y tecnologías, aunque este lleno de referencias a otros seres humanos extintos o que dejaron atrás su idioma intraducible.  

“Intraducible” para seres no humanos, que no son nosotros, porque esta película precisamente es sobre animales “no antropomorfizados” como si fueran niños, caricaturas o agentes de nuestras emociones o problemas. Son, en todo caso, animales que nos recuerdan que también lo somos o que lo fuimos alguna vez, manifestaciones de su propia naturaleza. Esto me recuerda una conocida fábula rusa que, como Flow, habla también de nosotros:

Una rana estaba descansando a la orilla de un río, cuando ve llegar a un escorpión. La rana se asusta un poco, pero el escorpión se demuestra amigable y le dice:

– Amable rana, ¿podrías ayudarme a cruzar el río llevándome en tu lomo? Te prometo que no te picaré. Si lo hiciera, las dos moriríamos ahogadas.

La rana duda un momento, pero después se deja convencer por la explicación del escorpión. Así que lo hace montar en su lomo y comienza a nadar para atravesar el río.

A mitad de camino, la rana siente un tremendo dolor en el lomo y se da cuenta de que el escorpión la ha picado. Ya sintiendo que las fuerzas la abandonan, dice al escorpión:

– ¿Cómo has podido hacerme esto? ¡Ahora moriremos los dos!

– No he podido evitarlo, es mi naturaleza – responde el escorpión.

Flow no da nombre a su protagonista porque este es un gato pequeño, oscuro, de pelo corto, con ojos grandes y alarmados que lucha por su vida después de que una enorme inundación repentina arrasará el habitad donde ha aprendido a ser un gato. Apenas consigue llegar a un terreno elevado, pronto bajo las aguas que siguen subiendo en este horror cataclísmico, se refugia en un bote abandonado, junto a una extraña diversidad de animales de distintos continentes: un labrador amarillo, un capibara, un lémur y un pájaro secretario.

Zilbalodis nació apenas en 1994, pero gracias a sus cortometrajes animados y a su primera cinta de larga duración, “Away” o “Projām” de 2019, se ha convertido en uno de los talentos de la pequeña Letonia mejor valorados a nivel internacional. Su dirección es cautivadora precisamente por universalizarse a través lo que sería un “metalenguaje”, una no estructura, una corriente de naturaleza sin palabras. Entrevistado por Variety, así explicó por qué algo como Flow depende no de personajes “disneyficados”, sino de animales:

Podemos sentir más intensamente lo que le está pasando el gato de lo que sentiríamos si fuera un personaje felino que básicamente reflejara un humano en dos piernas que se parece a un gato y cuenta chistes. No nos importaría tanto. Por la escala, también hace que todo parezca más grande porque es este pequeño gato en un mundo enorme.

Con el apoyo financiero del Centro Nacional de Cine de Letonia, la Fundación Capital Cultural del Estado de Letonia, el Centre national du cinéma et de l'image animée, ARTE France, Eurimages, RTBF y el Belgian Tax Shelter, Flow se convirtió en un aplauso de público y crítica en su primera revelación en el Festival de Cine de Cannes. De manera más que justa, ha recibido los Premios de Cine Europeo 2024 a la mejor película en general y animada, y el premio a la mejor película de animación en la última entrega de los Globos de Oro.