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¿De qué manera el indio Anirban Bandyopadhyay ha acercado como nunca antes las neurociencias a la física cuántica? ¿Por qué asegura que hay una consciencia universal que es vibración cuántica? ¿Es esa música en la naturaleza de la que hablaba el productor George Martin?

¿Alguna vez has tenido la impresión de que todas las canciones podrían ser una? También el físico indio Anirban Bandyopadhyay y el productor de The Beatles George Martin.

Para el Vedanta no solo hay “una” fuente sonora, “AUM”, sino que esta es uno, “ātman”, el sí mismo que escucha gotear a la tormenta sobre las tejas de una casa., a Ludwig van Beethoven, a Louis Armstrong, a Ravi Shankar o a La Oreja de Van Gogh.

Formado en las universidades de Bengala del Norte y de Jadavpur, así como en la Asociación India para el Cultivo de la Ciencia ubicada Calcuta, Bandyopadhyay es un especialista en materia condensada, informática, análisis numérico y astrofísica, cuya investigación sobre tunelización, electrónica supramolecular y conmutación multinivel lo ha conducido a tratar de detectar y reproducir una supuesta “resonancia cuántica” o “música” presente en el cerebro humano. El “sonido de la consciencia” no algorítmica y ajena a la física clásica. 

Junto al Instituto Nacional de Ciencia de Materiales de Ibaraki, Japón, ha estado trabajando desde el 2008 en un “cerebro artificial” que cuente con las estructuras rudimentarias mínimas de interacción de la mente humana, la cual define como un “subconjunto” de una posible “conciencia universal”. Un “músico” que toca la música del “Brahman” del Hinduismo:

Mi investigación ha consistido en comprender la música de la naturaleza. Creo que la conciencia no es más que la manifestación de la música… todo el universo podría ser consciente y la conciencia humana podría ser su entidad funcional.

En su libro de 1998 El lenguaje secreto de la mente: una investigación visual sobre los misterios de la conciencia, el filósofo David Cohen ofrece a definición sucinta de lo que, para filósofos y psicólogos, supone ser ese instrumento convertido en músico:

Aunque no existe un consenso amplio sobre el significado preciso de conciencia, se puede describir como el estado mental que nos permite "conocer" nuestra propia mente, albergar pensamientos sobre pensamientos, monitorearnos a nosotros mismos y a nuestro entorno, y utilizar esta información para hacer planes y formular esperanzas y temores.

Esta es, sin embargo, una definición demasiado funcionalista. En opinión de físicos como Bandyopadhyay o de músicos como Martin, hace falta una comprensión abierta y fenomenal de la conciencia que es interpretación, interprete y una canción posible, no interpretada. Para el filósofo estadounidense Christian de Quincey, cualquier contracción o sensación microbiológica podría entenderse como “experimentación consciente”. Negar esta posibilidad parte solo de una definición cerrada de “consciencia” solo como tipos de emergencias cognitivas. Una definición presente, tanto en el idealismo dualista, como en el materialismo reduccionista.

Somos también un realidad subconsciente o inconsciente, pero nunca “preexperiencial”. No son ontológicamente privilegiados, sino distintos los estados subjetivos que nos permiten una noción, una creencia o un sobrentendimiento de nosotros mismos? Hay un proceso no solo “mental subjetivo”, sino de “orden superior” de experiencias no conscientes que se reflejarán en sí mismas para ser “autorreflexivas”. Como también pueden seguir siendo experiencias no autorreflexivas, lo que la gente considera hechos impersonales e insensibles.

Este orden para Bandyopadhyay es cuántico y musical. No es que sea sonoro en el sentido convencional de esta palabra, sino que, como totalidad material / energética, es una totalidad “sinfónica”. De la Tierra a las estrellas, de las células a las proteínas, todo es vibración silenciosa en su propia gama natural electromagnética. El silencio se convierte en música siempre que cada entidad choca contra ondas de energía con la misma frecuencia.

Esta resonancia no es una imagen, hablamos de una vibra. La verdad anicónica de la música es una negación de la preminencia de las intenciones. Para Martin se trata de “seguir el ritmo”, el camino verde y oscuro, reflexivo y no reflexivo del Tao universal. El quinto Beatle estaba seguro de que los animales y los árboles también cantan canciones, algo que intentó hacernos atestiguar en su documental para la BBC The Rhythm of Life, El Ritmo de la Vida.

El David Ray Griffin rechazaba aquella suposición metafísica de que “la materia es insensible”, compartida por el dualismo y el reduccionismo. ¿Por qué damos por hecho que distintos eventos del cosmos están desconectados de algún grado mínimo de experiencia objetiva y subjetiva? Por ejemplo, la destrucción del cristal de una ventana. En opinión del también filósofo estadounidense, hay distintos grados de complejidad que influyen hechos sensibles rudimentarios que impregna la naturaleza toda, algo que denominaba “panexperiencialismo”.

Aunque no todo sea autorreflexivo, es experiencia. Bandyopadhyay piensa que esta verdad es más que estética, y permite ver, oír, oler, probar y tocar al esteta. La musicalidad resonante que va del cosmos a las células del cerebro como "conciencia universal".

Esto “pasa”. Este es un buen resumen del panexperiencialismo. Martin escuchó y vio “pasar” la música al observar a los árboles y registrar como su madera seca canta al quedar expandida por el agua de lluvia. A falta de una imagen de algo tan universal, la mejor metáfora para esta resonancia puede ser un columpio o, mejor aún, “columpiarse”, ir hacia adelante y hacia atrás respondiendo o siendo esa “frecuencia natural”. Esto sigue en la poesía:

Donde existe el tacto que no tienen las estrellas

y soy ciego a mí.

Llenándome el iris

de un ágata de incendios espontáneos,

latías por ti,

lo latías.

Creo en una alarma que no sonó,

esa frescura de no oír,

salvo a tus versiones distanciadas,

el vaivén de tu persona,

trasiego

del canto fuerte de tus muslos.

Melena de bocas salvajes,

libre entre retazos azules,

astro estrellero en tu columpio

columpiándote en lo que nos hizo el cuerpo,

de mi pulso

a tu tiento coral.

Dejando atrás

o elevando la esperanza:

doraste tu paso por la luz.

 

Imagen de portada: Alpha Wave Wellness.