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A cuarenta años de la muerte y a cien del nacimiento de Truman Capote, ¿qué se puede decir de la rica y compleja relación que tuvo el escritor y personaje estadounidense con el cine, la televisión, y el encanto y la malignidad del Hollywood?

La maestría de los cuentos y las novelas de Truman Capote le aseguró su estatus como uno de los grandes autores estadounidenses de todos los tiempos. Pero sería su interpretación irreal de su realismo humano lo que le aseguraría su lugar como un icono queer:

No soy un santo. Soy un alcohólico. Soy un drogadicto. Soy homosexual. Soy un genio.

¿Y es que quién quiere la santidad cuando se trata solo de una medida imaginaria y aburrida para vivir la vida real? Quizá Oscar Wilde tenía razón en que la contención de los filósofos griegos era excesiva, y es mucho más honesta la imperfección de la honestidad del exceso. Y a su manera, Capote fue otro Wilde, otro esteticista del mágico realismo humano.

También hablamos de unas gafas italianas de montura gruesa, de un sombrero canotier como el de los estudiantes de Oxford, de un mono de toalla de la socialité de la Riviera, de una tela pálida de las plantaciones del Sur profundo. Todo en un hombre que posiblemente supo menos quién era y más qué le gustaba, y de un gran escritor que supo vivir a los demás.

No entregues nunca tu corazón a un ser salvaje, porque si lo haces, más fuerte se vuelve.

A cien años de su nacimiento, este treinta de septiembre de 2024, vale recordar una época en la que seguían siendo glamorosos los estudios con las letras de su nombre en el Monte Lee de Los Ángeles, California. Un lugar donde la homosexualidad de Capote era un sutil perfume con esencias a secreto, amor, perdición y soledad, y su sentido de la moda un cuerpo humano.    

Me importa ser un prosista. No creo que el cine sea la cosa viva más grandiosa.

Puede que Capote viviera mucho mejor la intriga que de este mundo saturado de personas a través de la tímida música que da fondo a una máquina de escribir, algo distinto a la repetición directa de palabras ajenas por una actriz o por un actor. Y, sin embargo, supo seguir siendo uno de los mejores prosistas con los guiones cinematográficos de Beat the Devil, Indiscretion of an American Wife y The Innocents, algo que le permitió seguir consintiendo esa tendencia de codearse con celebridades. Pocos llenan tan perfectamente ese adjetivo como los pesos pesados ​​de Hollywood, ¿quiénes si no Humphrey Bogart, John Huston y David Selznick?

Esta relación con el cine es también la de la adaptación de algunas de sus novelas a la pantalla grande. La más notable es la encarnación de Audrey Hepburn de la adolescente texana Holly Golightly, personaje emblemático del libro de 1958 y de la película de 1961 Desayuno en Tiffany's, toda una geisha norteamericana en palabras del propio Capote.

No hay que pasar por alto que el novelista de carne y hueso actuó junto a Peter Sellers, Alec Guinness, David Niven y Peter Falk en la película de 1975 Murder by Death de Robert Moore.

Más interesante aun es la progresión de escritor personnalité a personaje perfecto para el cine. Quizá nadie mejor para ponerse los trapos de “buen gusto” del escritor que el también fallecido Philip Seymour Hoffman, precisamente en una versión no de la novela, sino del proceso de escritura de A sangre fría. La película de 2005 Capote, del director Bennett Miller, le valdría su único Oscar al excepcional actor que conocía muy bien esa vida de fiestas y vicios.

 

Philip Seymour Hoffman interpretando a Truman Capote, 2005.

 

Más recientemente, la segunda temporada de la serie antológica Feud de FX, Capote vs. The Swans de Ryan Murphy, disponible en la plataforma Hulu, reproduce las relaciones íntimas y no sexuales del escritor con algunas de las mujeres más famosas de la escena neoyorquina de mediados del siglo XX. Babe Paley, Slim Keith, C. Z. Guest, Lee Radziwill y Ann Woodward.

Protagonizada por Tom Hollander, otro premio Oscar por Bohemian Rhapsody de 2018, recrea el libro de no ficción Capote's Women: A True Story of Love, Betrayal, and a Swan Song for an Era o Las mujeres de Capote: Una Historia Real de Amor, Traición y un Canto del Cisne para una Era de Laurence Leamer. Recreación de una recreación del famoso novelista de sus amigas y confidentes, esto a través de un odiado ensayo de 1975 para las revista Esquire, indiscreción que serviría de base para su libro póstumo de 1987 Plegarias atendidas.

 

Imagen de portada: Tom Hollander interpretando a Truman Capote, 2017.