Autor de cuarenta y seis libros y desaparecido en circunstancias desconocidas, Jacobo Grinberg fue un científico mexicano con una vocación valiente, fina y, por qué no decirlo, extraña, por el estudio de la conciencia desde el punto de vista del funcionamiento del cerebro y las experiencias parte del chamanismo indígena, las disciplinas orientales y las técnicas y terapias paranormales. Esta segunda década del siglo XXI vive un renovado interés por su figura.
Grinberg se formaría como psicólogo en la Universidad Nacional Autónoma de México. En los años sesenta, se inscribiría en el programa de doctorado en “psicofisiología” de la Universidad de Nueva York, disciplina precursora de la “neurometría” o los estudios sobre la actividad eléctrica del cerebro humano, radicalizando su interés en fenómenos paracientíficos como estudiante en el Laboratorio de Investigación Cerebral, fundado por el reconocido neurocientífico Erwin Roy John. Se centraría en los efectos electrofisiológicos de estímulos como formas geométricas y colores, pero el primer carácter formalista de estos análisis exigiría a este genio o loco desaparecido regresar a su tierra en 1979, buscando siempre formas alternativas de conocimiento.
Sus investigaciones sobre alucinaciones, meditación, técnicas taumatúrgicas chamánicas, fenómenos telepáticos y parapsicológicos, llevarían a Grinberg al desarrollo de la “teoría sintérgica” un neologismo que integra los términos “síntesis” y “energía”. Esta plantea que existe un “campo energético neuronal” que entra en contacto con un “campo energético del tiempo y el espacio”. Un humano del común solo percibe una parte de esta continuidad, y este proceso perceptivo cambiante crea “patrones de interferencia” que podrían explicar fenómenos inusuales de carácter esotérico o mágico, una suerte de estructura de las experiencias.
Los chamanes de México es una investigación en siete volúmenes, publicada entre 1987 y 1990, acerca de la psicología autóctona mexicana, extranjerizada durante siglos por los sistemas de pensamiento más poderosos de las globalizaciones occidentales, la colonización moral y metafísica española, y la colonización económica y cultural estadounidense. Sobre todo, el alma del país se ha visto limitada por la comprensión racional del yo, aunque Grinberg estaba seguro de que sobrevive en rebeldía la comprensión e imaginación chamánica indígena entre los actuales nahuas, mayas y otros grupos humanos que mantienen viva a Mesoamérica.
El reino sutil que conectan los chamanes con lo terrenal sería ese continuum neuronal y energético. La investigación de Grinberg fue siempre un salto de su elaboración teórica a la revisión vivencial de las prácticas indígenas del México profundo y de otros lugares de la Tierra invisibilizados por la globalización racionalista hegemónica. Estudió distintas formas de meditación, atestiguó ritos, consumió hongos y otras sustancias enteogénicas. Los chamanes de México narra de manera sencilla estas experiencias y el comportamiento de los involucrados o conectados, a veces acompañadas pormenorizando visiones internas y detalles externos.
Un caso que generó profundo interés en el desaparecido psicólogo fue el de la chamana mexicana Bárbara Guerrero, mejor conocida como Pachita, admirada por tener presunto éxito en operaciones quirúrgicas con la ayuda de un simple cuchillo de monte y un inquietante poder. Una manipulación de la materia que incluía trasplantes de órganos y la cura de todo tipo de tejidos orgánicos. Para muchos un don sobrenatural, para otros una estafa o un fenómeno de sugestión con discutibles resultados, Grinberg se inclinaba por una tercera opción: estas habilidades eran una modificación sintérgica de la red estructurada del espacio-tiempo, gracias a un control único que poseía Pachita sobre su campo neuronal.
En Pijama Surf les compartimos el documental El secreto del Doctor Grinberg sobre sus teorías y experiencias con los chamanes de la Mesoamérica que sigue viva al día de hoy:
Imagen: chamán, Concepto.