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¿Qué hace tan conmovedor al género musical de Colombia conocido como vallenato? ¿Por qué duele seguir adelante? ¿La canción de Omar Geles "Los caminos de la vida" unió a un presidente de México y a dos de los grandes escritores de América Latina?

Para ese que es el camino de mi vida.

Según algunos, la canción que mejor representa al género del “vallenato” no es otra que la consentida del famoso Gabo, Los caminos de la vida de Omar Geles y Los Diablitos.

El vallenato condensa la melancolía del mestizaje que es andar sin retorno o hacia una humanidad que no habíamos imaginado. Declarado patrimonio cultural inmaterial de la humanidad desde 2015, se trata de una expresión musical autóctona del Caribe colombiano, específicamente originario de la provincia de Padilla o Magdalena Grande, los actuales departamentos de Magdalena, Cesar y La Guajira. Un lugar sin sitio que encontró uno en los sonidos de la “guacharaca” indígena, la “caja vallenata” africana, el acordeón alemán y la métrica española.

 

 

Los caminos de la vida no son como los pensábamos. La vida adulta puede ser incluso más dura cuando miras hacia el pasado y hacia dentro, en la dirección de los caminos que querías recorrer tal y como los imaginaste, ahora tan íntimos que voltear a verlos te petrifica.

Pero descreer no solo es melancolía y estar empezando a morir, sino evolución personal, convolución de la voluntad humana y de la naturaleza de un mundo que no nos pertenece.

Sorprende y no que esta verdad haya formado al presidente de México Andrés Manuel López Obrador, al Premio Nobel de literatura Gabriel García Márquez, y al cronista del antiguo Distrito Federal y activista de la diversidad sexual Carlos Monsiváis. Figuras fuera del promedio por haber llegado plenamente despiertas a tantas metas soñadas. La mayoría de la gente generalmente tendría que pasar la vida durmiendo para recorrer esos caminos raros en la vida.

Sin embargo, lo mejor de la vida, hablemos de logros tan poco comunes como vender cincuenta millones de ejemplares de Cien años de soledad o mantener niveles de popularidad y de rédito político tan altos, a pesar de la dureza del Estado mexicano y del negocio editorial, hablemos de experiencias sencillas y profundas dentro la oscuridad de la vida: todo lo que no es nada en la vida precisamente tiene esa primera forma de la nada. No puede verse hasta que ya quedó atrás y, antes de ser hecho, despierta una nostalgia como lo que no va a ocurrir.

 

 

Ese es el recorrido para volvernos adultos. Los caminos de la vida llevan a lo peor y a lo mejor, en general por terracería, despertándonos si íbamos medio dormidos y sin mayor guía.    

En el centro de la Ciudad de México, cerca del Palacio de Minería y donde estaba antes el Senado de la República, cuando Monsi y el Gabo todavía andaban esos caminos, compartieron una tarde y una comida con aquel Peje que empezó una rebelión en el estado de Tabasco, un pequeño paraíso y un pasó de personas también cargadas de imaginación y problemas como Magdalena Grande. Escucharían juntos aquel vallenato que describía la vida de los tres.

López Obrador compartió este recuerdo hace tres años en su Conferencia Mañanera del viernes 13 de agosto del año 2021. Incluso cerraría su intercambio diario con la prensa pidiendo al coordinador general de Comunicación Social de la Presidencia, Jesús Ramírez, hacer oír en Palacio Nacional Los caminos de la vida, otra vez como se oyó mil veces antes en aquel lugar del cerebro más sutil o de la mente más dura donde la memoria nos petrifica y conmueve.

 

 

Este gesto también tuvo el propósito de volver a buscar en aquel punto de la vida a sus dos amigos escritores y al entonces recientemente fallecido Omar Geles. Este gran compositor de Columbia sigue cantando en caminos que nos costará ver y seguir recorriendo.

 

Imagen: Andrés Manuel López Obrador, Público.