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David Bohm: la física cuántica revela que en cada punto del espacio está la totalidad del universo

Ciencia

Por: Luis Alberto Hara - 09/14/2024

Bohm, uno de los físicos más destacados del siglo XX, desarrolló una teoría holográfica del universo

David Bohm, un físico teórico nacido en Estados Unidos, creó una visión del universo que resuena profundamente con la idea de una totalidad indivisa, uno de los modelos más profundos jamás propuestos en la física cuántica. Nacido el 20 de diciembre de 1917 en Wilkes-Barre, Pensilvania, y más tarde establecido en Londres, Bohm buscó explicar la realidad de una manera que va más allá de la visión cuántica convencional. Su trabajo no solo abarcó las exigencias rigurosas de la exploración científica, sino también las profundidades filosóficas de la conciencia humana, entrelazando ciencia, arte y espiritualidad.

Una de las contribuciones clave de Bohm fue el concepto de orden Implicado, una realidad subyacente en la que todas las cosas están plegadas, interconectadas y unificadas. Este orden oculto da lugar a lo que percibimos como el mundo explícito, el orden explicado, a través de un proceso dinámico que él llamó el holomovimiento. El modelo de Bohm es profundamente holístico, comparando el universo con un holograma, donde cada parte contiene información sobre el todo. Como dijo Bohm, "un holograma revela cómo el contenido total, en principio extendido sobre todo el espacio y el tiempo, está plegado en el movimiento de las ondas... en cualquier región dada."

En el universo de Bohm, mente y materia no son sustancias distintas. Más bien, son diferentes aspectos del mismo flujo subyacente de la realidad, como corrientes diferentes en un solo océano. Para él, esta unidad se extendía incluso a los ámbitos de la conciencia y la existencia material, desafiando la visión determinista de la naturaleza que dominaba en su época.

Las ideas de Bohm no siempre fueron bien recibidas en los círculos académicos, a menudo vistas como misticismo en lugar de ciencia rigurosa. Su teoría temprana de las variables ocultas fue un intento de resolver las contradicciones en la mecánica cuántica, sugiriendo que lo que parecía ser aleatorio o probabilístico en los eventos cuánticos estaba gobernado por variables más profundas, invisibles. Esto chocaba con la interpretación de Copenhague de la mecánica cuántica, que insistía en la indeterminación fundamental de la naturaleza. Sin embargo, Bohm persistió, proponiendo que el entrelazamiento cuántico y la "acción fantasmal a distancia" podrían explicarse dentro de un marco de causalidad no local.

Además de sus investigaciones científicas, Bohm mantuvo profundos diálogos con el filósofo J. Krishnamurti, explorando la naturaleza del pensamiento, la percepción y la interconexión de todas las cosas. Estas discusiones profundizaron su comprensión del papel de la conciencia en la configuración de la realidad, reforzando su creencia de que el observador no está separado de lo observado, una visión que se alinea con las interpretaciones más filosóficas de la física cuántica.

En el mundo que Bohm imaginaba, todo es parte de un todo continuo, que se despliega y pliega constantemente. Sus ideas sobre el Orden Implicado sugieren que el universo es mucho más de lo que percibimos en la superficie y que existen conexiones ocultas más profundas entre todos los aspectos de la realidad. Su trabajo con la mecánica cuántica, particularmente su interpretación holística, sigue inspirando a científicos y pensadores modernos que buscan entender el universo no solo como una colección de partes separadas, sino como un todo unificado e interconectado.

El legado de Bohm es más que un conjunto de teorías científicas; es una visión de la realidad que nos invita a mirar más allá de las apariencias y reconocer la profunda unidad que subyace a todas las cosas. Su trabajo, como la luz en un holograma, refleja todo el universo en cada parte, invitándonos a ver el mundo con nuevos ojos y a abrazar el misterio de la existencia.