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Un homenaje a Toni Morrison, poeta de la marginalidad, pero también de la reivindicación y el empoderamiento

Escritora, activista, resiliente. Son tres características que siempre acompañaron a la escritora Toni Morrison, ganadora del premio Pulitzer en 1988 y del Nobel de Literatura en 1993. Morrison falleció recientemente, después de 88 años de sabia existencia.

Sus novelas, dolorosamente realistas, describieron la realidad de la historia de los afroamericanos en tierras de esclavitud, racismo, sexismo, clasismo e injusticias sociales. Su retórica poética, a la cual ella se encargaba de darle un lugar secundario para evitar obnubilar sus denuncias sobre los privilegios blancos, era tan perfecta que entrelazaba mitos e historia. Su fuerza cristalizó una belleza precisa y mensajes contundentes.

Entre los mensajes que Toni Morrison se encargó de esparcir se encuentra una redefinición del trabajo. Para ella, laborar es un vehículo que abre un camino para acceder a un sistema hegemónico y capitalista. Una vez dentro, donde todo funciona como un engranaje para proteger su núcleo, no basta con invertir el esfuerzo en trabajar para lo que se estudió arduamente. Es necesario, primero que nada, fomentar acciones de autocuidado; en segundo lugar, acceder a la libertad y al poder para darle tanto un lugar como una voz a los marginados de la historia, aquellos empujados sistemáticamente hacia abajo, a los desposeídos de sus derechos humanos y los abusados por el poder. Es decir, que resulta imperativo hacer uso de los privilegios de los que uno goza para darle espacio a alguien más que necesita ser escuchado, atendido y visto.

En sus palabras:

A mis estudiantes les digo: cuando consigan esos trabajos para los que se están preparando de manera tan brillante, sólo recuerden que su verdadero trabajo es que si están libres, necesitan liberar a alguien más; si tienen un poco de poder, el verdadero poder es empoderar a alguien más.

 

El trabajo en un sentido trascendental

Frente a las injusticias, Toni Morrison solía hacer uso del lenguaje para devolverle la dignidad humana a quienes habían sido marginados o que habían sido víctimas de abusos. Esta labor la realizaba constantemente a través de sus clases en la universidad, sus charlas en espacios públicos y, principalmente, sus novelas.

Pero para llegar a esa conclusión, ella tuvo que enfrentarse a todo un sistema de injusticias raciales, sexuales y clasistas. Se enojó. Se llenó de ira. Y fue así, dándole un sentido funcional y productivo a la ira, que sus palabras se convirtieron en un trabajo trascendental y voraz.

Cuando me enojo por las cosas, sigo adelante y me pongo a trabajar.

Sin embargo, la ira ante las injusticias requiere un límite o un elemento que le permita entrar en balance. Ese elemento es el autocuidado. Para Toni Morrison, cuidarse es un punto clave (e incluso la llave) para acceder a la libertad: “Si quieres volar, tienes que soltar aquellas cosas que te están hundiendo”, escribió.

Porque, después de todo, “tú no eres el trabajo que haces, eres la persona que eres”, “tú haces el trabajo, no él te hace a ti”.


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Imagen de portada: Deborah Feingold / Getty Images

Artículo publicado originalmente el 8 de agosto de 2019. Actualizado el 14 de agosto de 2023.