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Sólo es verdadero lo que tiene raíz: reflexiones sobre la belleza filosófica de la palabra para 'verdad' en náhuatl

Filosofía

Por: Joaquín C. Bretel - 01/19/2022

Una feliz coincidencia en náhuatl y en inglés muestra que lo verdadero es lo que está arraigado a la tierra -o a una tradición viva-

Encontramos en la cultura nahua y en la cultura anglosajona una notable similitud en el entendimiento de qué es la verdad o lo verdadero. Para las culturas que hablaban náhuatl y que tenían una conexión importante con las enseñanzas toltecas -el pináculo filosófico entre los pueblos prehispánicos- lo verdadero es aquello que tiene raíz. La palabra "verdad", neltiliztli, proviene de la raíz etimológica nelli, que significa "raíz". En inglés la palabra truth (verdad) se deriva también de un término botánico, en este caso vía el inglés viejo triewð y el protogermánico treuwaz, asociados con palabras indoeuropeas como drew-o- y deru. Estas palabras significan "derecho" o "firme", pero en última instancia remiten al término usado para árbol o tronco, "deru". La similitud no es exacta, pero ciertamente llama la atención que estas culturas entiendan la verdad utilizando metáforas vegetales, unidas por el concepto de lo que es firme, lo que es sólido o lo que está arraigado. El lenguaje es revelador: para estas culturas el conocimiento de lo real tenía que ver con una armonía con la naturaleza y con un respeto a los ancestros (que encontraron la forma de vivir en armonía). Para nosotros probablemente tenga que ver con los datos y con lo que puede definir como real la ciencia y la informática.

Daeru en bretón viejo es específicamente un roble. Dāru en sánscrito significa "madera" y taru "árbol". Estas palabras, con menores cambios fonéticos, aparecen en numerosos lenguajes europeos. Y, por supuesto, en inglés "árbol" es tree, un cognado con una diferencia respecto de true de sólo una letra. La etimología permite jugar: "el árbol es lo verdadero" (the tree is the truth), lo que es firme, lo que tiene raíces, lo que nace de la tierra y crece al estar arraigado en el sustrato, con los nutrientes del pasado. De aquí la metáfora del "árbol de la vida" o el axis mundi, el eje cósmico que está presente en todas partes como una guía moral, una especie de estrella polar. 

León-Portilla explica el significado de lo verdadero, lo que tiene raíz, para los nahuas:

El pensamiento náhuatl sólo tiene por verdadero (nelli) aquello que está cimentado en algo firme y permanente: con raíz (nel-huá-yotl). Y lo único verdaderamente cimentado en sí mismo es Ometéotl, el principio ambivalente, origen y sostén de las fuerzas cósmicas (sus hijos, los dioses). Por esto, aunque Ometéotl existe originalmente en la dimensión superior del Omeyocan, en el decimotercer cielo, para dar sustento al mundo, está también en su ombligo o centro. Las cosas, particularmente el mundo, son entonces tlamamanca: resultado de la acción fundamentadora de Ometéotl.

Otra categoría, igualmente clave, es la que enmarca estas fundamentaciones del mundo en una serie de ciclos. La tierra cimentada por Ometéotl no es algo estático. Sometida al influjo de las fuerzas cósmicas, viene a ser el campo donde estas actúan. 

En cierta forma para estas culturas las acciones verdaderas son las que actúan desde la raíz -desde el ombligo-, que para los nahuas es Ometéotl, el principio divino que engloba los dos polos de energía del cosmos, el masculino y femenino, el día y la noche, el fuego y el agua, etc. Sólo los actos que se dirigen y remiten siempre a lo divino son reales. En otro sentido sólo lo que está arraigado, lo que está en relación vital con la tradición tiene esta capacidad de volverse sólido, de no volverse mera apariencia ilusoria, de permanecer en la tierra, pues este mundo, de otra manera, es una mera "casa de pinturas".

El académico James Maffie hace una observación pertinente sobre la concepción de verdad de los nahuas. Para esta cultura la verdad (neltiliztli) "era entendida en términos de estar bien arraigados en teotl. Aquello que está bien arraigado en teotl es genuino, verdadero, auténtico y está en equilibrio, y al mismo tiempo revela o desoculta a teotl". Es decir, lo verdadero es lo que revela lo divino, que no es lo mismo que lo que se entiende en la religión judeocristiana por Dios. Teotl es la energía creativa del universo, inmanente y trascendente a la vez: más íntimo y sutil que el aliento y más distante y magnífico que las estrellas.

Maffie añade que, a diferencia de la filosofía occidental y su idea de que existe una correspondencia entre la realidad y el intelecto (adaequatio rei et intellectus), para los nahuas la verdad no es concebida como correspondencia o como una proposición lógica con un referente sustancial, como lo hace la metafísica. Se trata más bien de una noción dinámica que tiene que ver con un modo de existir, a saber, una estabilidad, una firmeza, un estar en contacto con y abrevando de las raíces mismas de la existencia, el conocimiento tradicional y el orden cósmico. 

La idea de la verdad nahua se aleja de la filosofía escolástica pero encuentra paralelos, en algunos aspectos, con las filosofías de Heidegger y Simone Weil. Para el alemán: "Todo lo esencial y todo lo de gran magnitud ha surgido del hecho de que el ser humano tenía una morada y estaba arraigado dentro de una tradición#. Es necesario recuperar las raíces de conocimiento que nos vinculan con el ser y el ritmo de la Tierra. Para la filósofa francesa, la cultura misma es este arraigo, este campo nutritivo que vincula al presente con el pasado, y que permite al individuo acceder al pensamiento más virtuoso y luminoso de la humanidad. Las culturas que están desarraigadas son fáciles víctimas de modas y tendencias superfluas que no tienen soporte en valores intemporales. Sin este arraigo son fácilmente colonizadas y pierden su norte espiritual. 

En las meditaciones de Weil encontramos esta frase que merece reflexionarse largamente, pues describe perfectamente la situación global, y particularmente la de México:

¿De dónde nos llegará el renacimiento, a nosotros, que hemos ensuciado y vaciado todo el globo terrestre? Sólo del pasado, si lo amamos.

 


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Imagen de portada: Beth Moon