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Australia sube al doble colegiaturas de las humanidades y baja costo de las carreras científicas y técnicas

Sociedad

Por: Joaquín C. Bretel - 08/07/2020

El ataque a las humanidades en el mundo continúa

En lo que puede describirse como otro golpe más a las humanidades en el mundo, el gobierno australiano ha anunciado un plan para fomentar las carreras de ciencia y tecnología y desincentivar las humanidades. El ministro de Educación, Dan Tehan, anunció que carreras humanitarias como Filosofía e Historia tendrán un costo del doble de lo que cuestan actualmente, mientras que las carreras científico-técnicas verán sus costos reducidos entre un 20% y un 60%.

La iniciativa tiene la clara intención de fomentar que los jóvenes elijan profesiones ligadas con la ciencia y la tecnología, ya que el gobierno considera que esto ayudará a la economía (lo cual puede verse como una respuesta a la crisis económica mundial derivada del brote del nuevo coronavirus).

Al mismo tiempo, sin embargo, este puede ser un mensaje que hace ver las carreras humanitarias como lujos. Y, como señalan diversos comentaristas, marca una clara división en la cual, bajo esta tendencia, veremos en un futuro solamente a las clases privilegiadas estudiando humanidades, generando todavía mayor desconexión entre este ámbito y las sociedades en general.

El ministro Tehan señaló que la iniciativa supone una situación "ganar-ganar", pues los estudiantes no sólo pagarán menos, sino que también se especializarán en un área donde hay más trabajo. Lo importante, señala, es que piensen, de manera categórica, en aquello que les será útil. Este utilitarismo ha hecho que en los últimos años países como Australia, Brasil y Japón tomen medidas con las que igualmente se estimula que los estudiantes elijan carreras científico-técnicas, una política que, por otro lado, puede observarse de manera menos dramática en prácticamente todos los países del mundo.

No obstante, esta confianza en los trabajos técnicos, incluso desde una perspectiva meramente económica y utilitaria, puede ponerse en entredicho, pues muchas de esas actividades son aquellas en las que en el futuro, según se tiene previsto, las personas serán reemplazadas por sistemas automatizados basados en computación e inteligencia artificial.

Hace algunos años el profesor Terry Eagleton denunció lo que consideraba que era ya un movimiento en las universidades en contra de las humanidades, debido a que estas carreras no generan los mismos ingresos. Universidades como Oxford y Cambridge, señaló Eagleton en su momento, se comportan como empresas capitalistas cuya primera motivación es el crecimiento económico. Y esto marca "la muerte lenta de las universidades".

Sin duda, actualmente enfrentamos el predicamento del crecimiento económico versus el crecimiento espiritual e intelectual del mundo. Dos modelos que, de hecho, son diametralmente distintos: el primero busca seguir produciendo, avanzando siempre y, por lo tanto, consumiendo; el segundo requiere de ralentizar este crecimiento, crecer hacia abajo –hacia las raíces– y desde adentro.

Lo que parece evidente es que para muchos este "crecimiento" de las humanidades va en contra del crecimiento económico, pero cabe preguntarnos si a la larga esta decisión no va en contra de la sustentabilidad ecológica del planeta y del delicado equilibrio de la naturaleza. El desierto espiritual que está en marcha quizá acabe produciendo eso también a gran escala: un desierto no sólo de la mente, sino de la vida misma. El legado tecnocrático del antropoceno. 

 

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