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5 formas de atravesar una situación difícil sin lastimar a quienes más quieres

Salud

Por: Luis Alberto Hara - 08/13/2020

Las situaciones adversas nos pueden llevar a lastimar a nuestros seres queridos más cercanos; estas son 5 posibles formas de prevenir dicho conflicto

La convivencia humana no es sencilla. Por la manera en que estamos constituidos y la complejidad propia de cada persona, convivir provoca inevitablemente conflictos, desavenencias, desacuerdos y más.

Sin embargo, contrario a lo que usualmente pensamos, esto no es en sí mismo “malo”. Si bien es cierto que en nuestra época estamos habituados a rehuir toda situación que consideramos “negativa” (o “tóxica”, como se dice mucho últimamente), lo cierto es que el desencuentro es parte inherente de las relaciones humanas –no hay una sola que no lo provoque– y evitarlo es, de hecho, evitar ese lugar un tanto inesperado donde pueden fraguarse las relaciones significativas con alguien más. Esta no es una apología del conflicto, sino sólo el señalamiento de que una parte importante de establecer y sostener una relación madura implica enfrentar los desacuerdos y considerar la posibilidad de resolverlos con la otra persona implicada.

En ese espíritu, compartimos ahora cinco consejos (más un bonus) orientados a un escenario muy específico: ¿cómo atravesar una situación adversa sin que ello nos lleve a herir a quienes más queremos? 

A veces son otro tipo de dificultades las que nos hacen lastimar a las personas que tenemos más cerca –una depresión, un duelo, una experiencia frustrante, etc.–, injustamente, pues, como se dice, esos seres queridos no tendrían que “pagar los platos rotos”. 

La premisa que anima los siguientes puntos es que un buen conocimiento de uno mismo y un trabajo sobre las emociones propias nos pueden llevar a manejar mejor situaciones como esas, vivirlas de mejor manera y, sobre todo, no extender nuestro malestar hacia aquellos que sin duda nos quieren. Veamos.

 

1. Toma conciencia de tus reacciones inconscientes y haz el intento de detenerlas

La mayoría de nosotros estamos habituados más a reaccionar que a accionar. Es decir: ante determinadas circunstancias, respondemos de manera automática e inconsciente en vez de tomar un cierto tiempo para analizar la situación y actuar de la mejor manera posible.

El problema con ese tipo de respuestas es que dichas reacciones no son espontáneas o azarosas, sino que en su mayor parte son respuestas aprendidas que repiten patrones de conducta inconscientes.

Así, por ejemplo, hay quien ante la impresión de está siendo ignorado, su respuesta puede ser demandar atención de una manera agresiva (enojándose, reclamando, gritando, etc.). O si, por ejemplo, una persona siente que no está siendo bien escuchada o entendida, quizá reaccione con malestar, callándose o sintiendo que no vale la pena explicarse.

En situaciones como esa es importante comenzar a tomar conciencia de nuestras reacciones y, si consideramos que nos generan malestar o que son origen de conflictos con los otros, hacer el trabajo de cambiarlas. 

Por ejemplo: en vez de enojarse y reclamar porque alguien cambió algo de lugar, preguntar tranquilamente dónde está eso que buscamos. En vez de irritarse por algo que alguien dice, expresar claramente cómo nos hacen sentir esas palabras y preguntar al otro si esa fue su intención al hablar de esa manera.

El punto es cambiar para no repetir.

 

2. Conoce tus emociones

Hacer conscientes nuestras reacciones corre de manera paralela con otro proceso: tomar conciencia de nuestras emociones. 

Por más que esto parezca sencillo o secundario (hay quienes lo consideran así), lo cierto es que el abandono en que a veces tenemos a lo que sentimos suele generar efectos de malestar en la vida, pues, de hecho, se traduce en un desconocimiento importante de uno mismo.

En ese sentido, para estar bien es fundamental distinguir qué sentimos en qué situaciones, preguntarnos por qué nos sentimos así, advertir si esas emociones siguen un patrón que se repite y, finalmente, reflexionar sobre el origen de dicha reacción. 

Quizá este no es un proceso sencillo, pues muchas personas tienen alguna resistencia a dar valor a sus emociones, pero si quieres liberarte de determinadas reacciones que te molestan, conocerte es el mejor camino que puedes emprender para lograrlo.

 

3. El amor no lo justifica todo

Con las personas que más queremos es común que permitamos algunas situaciones que, en comparación, nos parecerían inadmisibles en otros contextos. Sin embargo, esta manera de pensar y actuar conduce generalmente a conflictos, malentendidos y otras consecuencias afines.

En ese sentido, es importante aprender a distinguir el afecto de otras situaciones emocionales y, en la misma línea, trabajar en el hecho de que querer a alguien no significa permitirle todo a esa persona.

De hecho, a veces amar a alguien también implica decir “no” a ciertas situaciones, establecer límites, decir las cosas con claridad e incluso detener algunos hábitos que naturalmente se forman en toda relación.

 

4. ¿Eres una persona demandante?

Todo ser humano necesita atención. Esta es una necesidad tan primaria y tan enraizada en lo profundo de nuestra condición, que hasta cierto punto puede ser difícil comprenderla y regularla.

Vale la pena entonces preguntarse qué tanta atención demandamos y las maneras en que lo hacemos. 

Hay personas, por ejemplo, que no han superado cierta etapa infantil de demanda de atención y, además de buscarla todo el tiempo, lo hacen de formas también infantiles (con berrinches, enojos injustificados, con actitudes injustificadas de dependencia hacia el otro, etc.). Convivir con una persona adulta con actitudes así se vuelve previsiblemente cansado, agotador y, en última instancia, insostenible.

Pregúntate si, en el contexto de tu convivencia cotidiana con otros, tienes actitudes demandantes. Si es el caso, lo mejor para tu bienestar es adoptar una postura frente a la vida de persona autónoma, capaz de valerse por sí misma y que, en efecto, puede recurrir a los otros para pedir apoyo o ayuda, pero pidiéndola, no asumiendo que las demás personas están “obligadas” a asistirte.

 

5. Si te sientes mal, acéptalo

Muchas veces, ante el malestar, hacemos un esfuerzo por ignorarlo y aun negarlo. Hacemos como si nada ocurriera, pasamos por alto ciertas cosas que nos molestan, fingimos que no nos dimos cuenta, nos esforzamos por “alegrarnos” o por “poner al mal tiempo buena cara”, como dice la frase coloquial.

Esta manera de abordar el estado de ánimo es, no obstante, contraproducente, pues por principio de cuentas implica un esfuerzo emocional suplementario para reprimir aquello que estamos sintiendo y, en segundo lugar, provoca que esos sentimientos contenidos se manifiesten después con mayor vehemencia y, por ende, generen todavía más malestar. Como afirmó Freud: “Las emociones que no se expresan no mueren: son enterradas vivas y emergen después de peores formas”.

En ese sentido, lo mejor que puedes hacer si te sientes mal es permitir que esas emociones se manifiesten, aceptarlas, vivirlas. Si estás conviviendo con alguien, un gesto de cordialidad es externar el estado de ánimo en que te encuentras (pero sólo para hacérselo saber, no para que haga algo al respecto). Decir, sencillamente, “Estoy triste”, “Estoy enojado (a)”, “Me siento desanimado (a)”, o cualquiera que sea la expresión que mejor dé cuenta de lo que te pasa.

 

BONUS: Sé compasivo contigo mismo y con los demás

Como en otros artículos de este tipo, el consejo último y acaso definitivo apunta hacia la compasión. Después de todo, si ejerciéramos conscientemente la compasión en nuestras vidas, muy probablemente mucho de nuestro malestar menguaría, o al menos lo experimentaríamos de otra manera.

En cualquier situación, no te atormentes por sentirte de tal o cual manera, ni tampoco fustigues a otros por las emociones por las que atraviesan. 

Sé compasivo contigo mismo, con tus circunstancias de vida, con tu historia personal; y también con los demás: como se dice, nadie sabe qué batallas está luchando cada persona.

 

¿Qué te parece? ¿Qué consejo agregarías tú? No dudes en compartir tu experiencia en la sección de comentarios de esta nota o a través de nuestros perfiles en redes sociales.

 

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Imagen de portada: Henn Kim