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Palabras sabias e inspiradoras de la filósofa francesa

Aunque muchos de nosotros nos rebelamos en la infancia y en la adolescencia, con el tiempo cualquier persona se da cuenta de que la disciplina es la clave del proyecto que es cada vida individual. Estrictamente, sin disciplina es imposible desarrollar hábitos positivos y sin estos es imposible lograr cualquier objetivo sustancial y duradero. El talento y la buena fortuna pueden servir en algunos casos, pero indudablemente agotarán su efecto benéfico tarde que temprano si no se ven acompañados de una disciplina. Quizá la mayor fortuna en realidad no es el talento sino "querer lo que uno quiere", cambiando el sentido de la la famosa frase de Schopenhauer. En gran medida, somos nuestros propios verdugos y saboteamos nuestra vida justamente por no poder aplicarnos a aquello que despunta en nuestra vida, nuestra vocación, nuestro amor... con consistencia.

Otro acercamiento, desde la perspectiva del budismo y el hinduismo, nos permite ver la importancia de la disciplina como un factor esencial para todo tipo de éxito intelectual o espiritual. La disciplina, según enseñan textos centrales en el cultivo de la mente (o meditación) como los Yoga sutras de Patanjali o el Vishuddhi Magga de Buddhaghosa, es indispensable para desarrollar concentración. Sin concentración, de nuevo, el poder de nuestra mente, por más que tengamos una gran chispa, es mediocre. No podremos realmente hacer nada trascendente. Y sin concentración no hay sabiduría; sin sabiduría no hay libertad y auténtica felicidad. 

La filósofa y mística francesa Simone Weil reflexionó sobre este tema de manera brillante. Weil escribió:

No hay dominio de sí mismo sin disciplina, y no hay más fuente de disciplina que el esfuerzo requerido por los obstáculos interiores. Son los obstáculos con los que tropezamos y que debemos vencer los que nos dan la ocasión de superarnos a nosotros mismos.

El cultivo de la disciplina, que podemos entender como la capacidad de repetir un acto o una serie de actos de manera constante, sin importar los cambios de estado de ánimo o los sucesos adversos, es en realidad una lucha espiritual. En otra parte de sus cuadernos, Weil escribe: 

No es difícil hacer cualquier cosa cuando uno está inspirado por la clara percepción del deber. Lo que es difícil es hacerlo cuando uno está sufriendo y esta clara percepción se desvanece, y todo lo que queda es la conciencia de un sufrimiento que es imposible de soportar. Pero lo contrario también es cierto: en en el momento de tomar una decisión, el deber está presente y el sufrimiento se encuentra distante. La voluntad no podría triunfar si tuviera que luchar contra fuerzas más poderosas que ella misma. Todo el arte del querer consiste en tomar ventaja del momento, antes que la lucha comience, para tomar la delantera y asegurarse de que cuando llegue la debilidad uno estará en la posición que uno desea. 

Forjar disciplina no es meramente la imposición de la voluntad, requiere de una cierta suavidad, de un arte, de un amor. Es la capacidad de construir en el instante -cada instante- con la fuerza que se tiene en ese momento, aprovechando la fuerza y la seguridad que provee la alegría, así como también la luz de la fe, que es capaz de iluminar senderos que de otra manera no se revelan.  

La anterior cita merece contrastarse con otra más, como un aliciente para los momentos alicaídos:

Ilusión de que el tiempo, en sí mismo, traerá valentía y energía... de hecho, es usualmente lo contrario lo que ocurre (sopor). Dite a ti misma: ¿Y si fuera a permanecer como estoy en este momento siempre? Nunca pospongas algo indefinidamente, sólo a un tiempo definitivo fijo. Intenta hacer esto incluso cuando es imposible (dolores de cabeza...).

A fin de cuentas, la disciplina es un bucle de retroalimentación positiva. Debemos aprovechar los momentos positivos, en parte para que cuando lleguen los momentos más difíciles y de menor energía y claridad, tengamos un fondo o una reserva que pueda sacarnos a flote. Asimismo, debemos reflexionar sobre el hecho de que el mundo es sufrimiento, insatisfacción e impermanencia. Es altamente posible que si ahora te sientes mal, en el futuro te sientas peor. Debes empezar a actuar en este momento, aunque las circunstancias no sean ideales. Quizá nunca lo serán. Al mismo tiempo, no te castigues innecesariamente por no tener fuerza. Weil sugiere que si vas a postergar algo, no lo hagas indefinidamente, fija un límite y cúmplelo -justamente para poder romper con el círculo vicioso y reinstaurar un círculo virtuoso-. 

 

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