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¿Las casualidades no existen? Este hecho podría ser una gran prueba de ello…

A veces la realidad nos sorprende con fenómenos que, paradójicamente, nos hacen dudar de su condición, es decir, nos hacen preguntarnos si la realidad es real o si todo no es más que una ilusión.

Uno de esos fenómenos es la coincidencia, llamada a veces también sincronicidad, por la cual dos hechos con poca o nula probabilidad de ocurrir en el mismo tiempo y espacio encuentran, sin embargo, un punto de conexión y encuentro: una casualidad que se convierte en causalidad. Un ejemplo muy sencillo, que ocurre de tanto en tanto, es pensar en una persona y al poco tiempo recibir una llamada suya, un mensaje, o encontrarla en la calle. 

A veces, también, eso que parece sencillo adquiere otras proporciones… digamos, increíbles. Así ocurre en el caso que ahora reseñamos, en el que un hombre se descubrió en una fotografía de su actual pareja, pero tomada muchos años antes, cuando ni uno ni otro soñaban siquiera en conocerse.

Los protagonistas de esta historia son el Sr. Ye y la Sra. Xue, mismos que se conocieron en el año 2011 en la ciudad china de Chengtu, provincia de Sichuán, en el sudoeste del país. Su historia sería más o menos la de muchos: se encontraron, quizá un amigo o amiga en común los presentó, se gustaron, continuaron viéndose, se enamoraron uno del otro, el algún momento decidieron casarse y tener hijos (gemelas, en su caso). Nada particularmente extraordinario…

Hasta hace unos días, cuando en una reunión en casa de la madre de ella, la conversación derivó hacia el parecido de las hijas de ambos con Xue. Para aportar datos a la cuestión, Ye rebuscó entre las fotografías de juventud de su esposa y, de pronto, se descubrió a sí mismo en una de éstas, tomada en julio del año 2000 en la Plaza del Cuatro de Mayo, ubicada en la ciudad portuaria de Qingdao, provincia de Shandong, también al este del país, en cuyo centro se encuentra la escultura Viento de mayo.

Al mirar la fotografía de su esposa, Ye se reconoció de inmediato en una de las personas tomadas circunstancialmente en el fondo. Recordó que su esposa había hablado alguna vez de esa visita a Qingdao, pero jamás creyó que ambos la hubieran hecho en el mismo preciso momento.

Ye se reconoció además por otro detalle: su postura era la misma que en ese entonces hacía en todas las fotografías que le tomaban. Es decir: no es sólo que estuviera en la fotografía de su esposa sino que, además, la foto fue tomada en el momento en que él era también fotografiado por alguien más. ¿La prueba? Su propia fotografía:

¿Casualidad? ¿Destino? ¿Evidencia de que quizá la realidad es menos real de lo que suponemos? Quizá. Quizá, también, una simple coincidencia, como a veces sucede…

 

En Pijama Surf: Sincronicidad: el significado de las coincidencias en un universo espejo