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Un interesante experimento que mezcla física cuántica y una refrescante teoría sobre el amor

 Via Deviant Art (gravesghastly)

Vía: Deviant Art (gravesghastly)

El amor entre dos personas y la física de partículas no parecerían tener mucho en común, hasta que llamamos a escena a uno de los filósofos y artistas conceptuales más interesantes de nuestros días. En el fondo, tal vez Jonathon Keats es un romántico que se propuso un sencillo cambio de paradigma para adquirir algo de perspectiva cuando estaba a punto de casarse. El cambio se explica como sigue:

Los matrimonios y las ceremonias para ser efectuados pueden estudiarse desde perspectivas sociales, legales y religiosas en todas las sociedades humanas. Una definición abreviada del matrimonio es la unión social de dos (o a veces más) personas, de acuerdo a las reglas convenidas por una comunidad de sentido. Estas "comunidades de sentido" pueden ser nuestros amigos y familiares, las autoridades eclesiásticas o las leyes de un país. ¿Pero qué pasa cuando las leyes bajo las cuales contraemos matrimonio no bastan para la pareja o cuando ésta no se siente representada por ellas? Dicho de otro modo, ¿cómo podríamos casarnos por una ley "natural", que no obedeciera ni a las leyes del gobierno ni a las caprichosas leyes de la religión?

El experimento de Keats consistió en hacer una lectura un poco ecléctica del concepto de "entrelazamiento cuántico" (quantum entanglement), por el cual dos partículas que han estado unidas lo estarán siempre y todo lo que le ocurra a una afectará inmediatamente a la otra, no importa que se encuentren en extremos opuestos del universo. 

Bajo esta premisa, Keats pensó que ese tipo de unión, si pudiera efectuarse entre dos personas, estaría más allá de cualquier acuerdo convencional humano. ¿Cómo podría efectuarse algo así? Se le ocurrió que podía caminar con su futura esposa no rumbo a un altar sino rumbo a un cañón de fotones que los bombardearía de luz (puedes leer los detalles técnicos de este experimento aquí). La paradójica belleza de esta unión corresponde con otro aspecto del entrelazamiento cuántico: cuando se quiere comprobar que dos partículas están entrelazadas, las partículas automáticamente se desenlazan.

Se trata de un remix de aquella frase de San Agustín: "¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; si quiero explicarlo a quien me lo pide, no lo sé". Del mismo modo, si nadie nos pregunta qué es el amor podemos experimentarlo, sentirlo, saberlo incluso en lo más profundo de nosotros mismos, pero en el momento en que debemos dar explicaciones al respecto nos quedamos mudos. Si buscamos el enlace que nos une con otra persona, probablemente debamos recurrir a metáforas o razones redundantes acerca del concepto del amor o sobre las experiencias compartidas con el ser amado, pero no podemos reducir el amor a su explicación. Si el experimento de Keats pudiera someterse a comprobación tal vez veríamos que él y su pareja lograron trascender aquella cláusula bajo la cual el matrimonio permanece unido "hasta que la muerte los separe", pues aunque sus átomos se disgreguen siempre permanecerán, al menos en la teoría, entrelazados.

Aquí el video en el que Keats explica cómo una lectura literal de ciertas metáforas amorosas puede hacernos ver el amor desde una perspectiva completamente diferente.