Si uno lo piensa un poco, es muy posible que en el futuro vivamos sin espejos. Suena extraño, sobre todo tomando en cuenta el descarado narcisismo que revelan las “selfies”, pero precisamente por ello, la posibilidad es viable.
Las mujeres (y también los hombres) usan espejitos compactos para checar su maquillaje y cabello. Pero ya también están utilizando las cámaras de los teléfonos que apuntan al frente para revisar ese tipo de cosas (para quitarse comida de los dientes, etc.). Como apunta Gizmodo, ¿cuánto falta para que esas cámaras sean lo suficientemente buenas como para que podamos usarlas mientras aplicamos el maquillaje? Sólo es cuestión de perfeccionar el mínimo desfase de realidad aumentada que existe hoy, y ya están trabajando en ello. De hecho, cuando el espejo sea una pantalla conectada a una cámara, se abrirá un mundo de posibilidades.
Imagina que mientras te maquillas o peinas un estilista profesional te va diciendo cómo hacerlo, o que tu espejo te pruebe ropa sin que tengas que ponértela físicamente. O bien, que las cámaras del futuro nos mostraran nuestra imagen como realmente nos ve el mundo, es decir, sin invertirla.
Los espejos de los automóviles también van volviéndose obsoletos poco a poco. Ahora una pantalla en el tablero nos avisa si podemos cambiar de carril o estacionarnos, y no tiene un punto ciego como los espejos retrovisores y laterales. Quizá los únicos espejos que sobrevivan al avance digital sean los que componen microscopios, telescopios, proyectores o láseres, pero ninguno para que el humano se refleje invertido y mercuriano como lo ha hecho por al menos 6 mil años.