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En Madagascar y en Senegal, entre otros lugares, se alza un árbol considerado sagrado que provee una enorme cantidad de beneficios

 

 

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Diversas culturas han encontrado en un árbol especial el centro y sustento de su cosmovisión, el surtidor de la vida y aquello que une el cielo con la tierra. Entre los druidas tenemos al mítico árbol Yggsdrasil, entre los mayas tenemos a la ceiba sagrada, en el budismo la higuera y así sucesivamente. Para ciertas culturas africanas --especialmente en Madagascar y en Senegal-- ese árbol es el prodigioso baobab, un árbol que, como la moringa, tiene una enorme cantidad de usos y es el sostén de familias enteras.

La característica que más llama la atención de los baobab (Adansonia digitata) es su edad: pruebas de carbono indican que algunos de estos árboles tienen más de 6 mil años, eso es la misma duración que la historia de nuestra civilización definida por la invención de la escritura.

Con su majestuosa y extraña apariencia de centinelas de los llanos africanos los baobab rebosan nutrientes, como verdaderos árboles de la vida. La raíz, las semillas y las frutas son utilizadas para alimentos; los baobab ayudan a combatir la erosión; la fruta se deshidrata de manera natural y reenvía el agua de regreso al árbol. Son máquinas de vida. Su tronco puede almacenar hasta 100 mil litros de agua; por eso se les llama "árbol botella". Actualmente se comercializa un polvo de baobab como una superfood por su riqueza en vitamina C y otras vitaminas y minerales; su contenido rico en fibra los hace una excelente alternativa para mejorar la digestión.

 

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