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Los mafiosos italianos son mucho más parecidos a nosotros de lo que creemos; estudio muestra que no son los violentos psicópatas que marca el estereotipo.

Mirrors

Normalmente nos gusta pensar que hay algo que nos separa de los criminales, que somos seres de otra clase, que hay algo escrito en su código genético o mezclado en su química cerebral que hace que se comporten de una manera más primitiva que nosotros. Sin embargo, recientes estudios parecen acortar la distancia que nos separa mentalmente de ciertos criminales, de los que siguen un código, como los miembros de la mafia.

Schimmenti y sus colegas han dirigido un estudio en una prisión de Palermo, Sicilia, para determinar si los miembros convictos de la Cosa Nostra (la mafia siciliana) tienen una personalidad más sociópata que el resto de los criminales.

Fueron entrevistados 30 miembros de la mafia, junto con un grupo de control de 39 prisioneros de la misma cárcel. Los mafiosos estaban convictos por asesinato, tráfico de drogas, extorsión, fraude, explotación sexual y secuestro, pero nunca por violaciones o abuso infantil, como algunos miembros del grupo de control.

Para buscar rasgos psicópatas, los investigadores aplicaron la versión italiana del Hare Psychopathy Checklist Revised (PCL-R), un cuestionario que busca determinar si el entrevistado cumple con 20 rasgos específicos, como mentir patológicamente, ser muy impulsivo o tener una despiadada falta de empatía. Las puntuaciones se suman y si dan más de 30 puntos se determina que el entrevistador está sentado frente a un psicópata.

Después de aplicar las encuestas, los investigadores encontraron que ninguno de los mafiosos en cuestión podían ser llamados psicópatas de acuerdo los criterios de la prueba, mientras que un 10% del grupo de control rebasaron la frontera de la psicopatía. Además, en general los resultados mostraron puntuaciones notablemente más bajas para los miembros de la Cosa Nostra.

En general, esto quiere decir que los miembros de la mafia demostraron ser menos manipuladores, maquiavélicos, narcisistas, faltos de emoción, etc., sino muy al contrario, pues durante las entrevistas no dejaron de demostrar interés por sus familias, con las cuales hablan y se escriben frecuentemente. Los mafiosos declararon muchas veces haber cometido sus crímenes por lealtad a la “familia”, más que por intereses personales. Incluso podría decirse que han logrado dividir su vida en compartimentos diferentes, por un lado actúan según los despiadados intereses de su organización criminal, y por otro se muestran realmente preocupados por el bienestar de su familia y amigos.

Incluso los mafiosos mostraron tener menos problemas con el abuso de sustancias. La organización requiere que sean confiables y muestren integridad a la hora realizar su trabajo.

El estudio es interesante, pero tiene sus sesgos. La muestra fue limitada y además las leyes italianas prohíben tener contacto con mafiosos de alto rango que se encuentran tras las rejas, incluso para investigaciones. Habría que constatar también si las leyes italianas no son más duras con los miembros de la mafia que con los criminales comunes.

Aún así, este estudio parece modificar esa imagen distorsionada que se tiene de estos criminales. La idea de que son despiadados psicópatas sólo es una barrera mental que levantamos para sentirnos seguros, a distancia, ya no de ellos, sino de nosotros mismos, pues la realidad es engañosa y quizá los mafiosos sean mucho más cercanos psíquicamente a nosotros de lo que pensamos. 

[Discover Magazine]