Como sabemos bien, el gas metano que produce el ganado vacuno criado industrialmente es, pese a cierto matiz involuntariamente cómico, uno de los principales contaminantes del planeta, al grado de que se le achaca cierta responsabilidad en procesos como el debatido cambio climático o el efecto invernadero. En un escenario similar, hace un par de años investigadores ingleses encontraron que los gases intestinales de los dinosaurios pudieron contribuir significativamente al calentamiento global de los años prehistóricos.
Pero incluso si esto no fuera así, las flatulencias con altas concentraciones de gas metano por lo menos sí son combustibles, tal y como quedó demostrado en un extravagante accidente ocurrido en una granja de Alemania, en donde dichas emanaciones ventosas provocaron un inesperado incendio.
Los hechos ocurrieron el pasado lunes en Rasdorf, una ciudad localizada en el centro del país, como consecuencia de la combinación de los cuescos bovinos y una carga de electricidad estática que con su chispazo desató el fuego, el cual dañó las instalaciones del lugar y a una de las vacas, atendida de inmediato por quemaduras.
De acuerdo con The Independent, este tipo de animales pueden emitir más de 500 litros de gas metano cada día como residuos de sus procesos respiratorios y digestivos.