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Mitchell Heisman se suicidó el pasado sábado en el campus de Harvard dejando una monumental nota de suicidio que versa sobre la creación de dios a través de la tecnología entre otros temas.

¿El suicido como una de las bellas artes? Por qué no, después de todo el asesinato, fue considerado así por el fino escritor inglés y opiómano Thomas de Quincey. El suicidio como cuestión fundamental de la existencia también puede ser sublimado artísticamente. Esto al parecer es lo que ha hecho Mitchell Heisman, quien se quitara la vida en el campus de la Universidad de Harvard a los 35 años de edad el sábado pasado, dejando una nota de suicidio de 1904 páginas (¿la más larga de la historia?) que versa sobre temas filosóficos como el nihilismo, el transhumanismo, la religión de la ciencia, la creación de dios a través de la tecnología: la inteligencia artificial, el suicidio genético de la evolución o el sedicioso pene espiritual de Jesús.

Sobra decir que la obra es monumental, y de lo que hemos podido apreciar en este PDF, tiene momentos inconsistentes, sin embargo, tiene crestas memorables como en el capítulo "Dios es tecnología", donde analiza el trasfondo que subyace al transhumanismo y evidentemente el insoslayable y totalmente hereje capítulo donde ahonda en la tecnología espiritual del pene crístico y habla de un violador supernatural. El texto muestra señales de un claro desequilibrio racional pero eso es lo que lo enriquece. Va a ser interesante ver si alguien es capaz de leer las 1904 páginas de este suicida cuyo texto, según su madre, quería que fuera leído por el mundo como última voluntad (y si alguien lo lee, seguramente debe de tener mucho tiempo libre o un interés descomunal por lo raro).