Sabemos bien que la música tiene efectos sobre nuestro ánimo, que una canción puede ponernos de buenas o entristecernos, que la música barroca nos concentra o que, quizá, el reggaetón nos exaspera. ¿Pero qué sucede a nivel inconsciente? ¿Será que también una melodía puede impactar sobre nuestra mente sin que lo advirtamos?
En un caso que podría parecer sorprendente, la escritora y divulgadora de la investigación Alexandra Ossola dio a conocer recientemente la historia de Charlotte Neve, una niña que en 2012, a los 7 años de edad, sufrió una hemorragia cerebral mientras dormía, lo cual la llevó a un coma a pesar de la intervención médica que recibió.
Su recuperación, sin embargo, llegó pronto y a partir de una afortunada casualidad. Un día que su madre estaba con ella en el hospital sonó en la radio que llevaba para acompañar su estancia la canción “Rolling In The Deep” de Adele, una de las favoritas de su Charlotte y con quien la había cantado en varias ocasiones. Y esa vez no fue la excepción: a pesar de estar inconsciente, la madre le cantó a su hija, y para sorpresa suya ¡ella sonrió! Los médicos no lo creyeron, pero quedaron convencidos cuando, un par de días después, la niña salió del coma y comenzó a recuperar casi todas sus habilidades, desde el habla hasta las capacidades motrices.
A partir de este suceso, los médicos comenzaron a investigar al respecto. Por estudios previos se sabe que la música libera dopamina, uno de los químicos más importantes y poderosos tanto para el cerebro como para el sistema nervioso en general, asociado con el buen humor, el bienestar y la sensación de placer. En este caso, la experiencia de Charlotte suscitó un experimento en que los médicos pusieron música a 13 pacientes en coma divididos en dos grupos: con la mitad de ellos se utilizó su música preferida y con el resto un sonido continuo y neutral que permitiera hacerlo un grupo de control. En ambos casos, sus reacciones cerebrales fueron registradas con un encefalograma mientras sonaba la música y alguien decía el nombre del paciente.
De acuerdo con los resultados reportados, la combinación música preferida y nombre propio provocó mayor respuesta cerebral que el nombre con una música sin significado personal para el paciente. En su artículo, los médicos relacionan “las características autobiográficas de la música, esto es, su relevancia emocional y personal” con un incremento en su percepción a nivel inconsciente.
Investigaciones como esta todavía son incipientes y sus resultados podrían parecer elementales, pero sin duda son intentos interesantes por aclarar el misterio del inconsciente y quizá incluso invitaciones a que uno mismo experimente con su propia mente. Si después de todo el inconsciente es subjetivo por antonomasia, quizá nosotros mismos podríamos programar al dormir una canción que nos plazca y otra noche una cualquiera, y notar si acaso algo sucede.
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