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Burning Man ha perdido su esencia y se ha convertido en un festival caro y comercial (crónica de una vieja burner)

Psiconáutica

Por: Luis Alberto Hara - 09/04/2023

Burning Man es un sitio para infuencers, tech bros, celebridades y gente que paga buen dinero para tener una experiencia radical en el desierto con vibras rebeldes y espirituales

El festival Burning Man es uno de los más populares del mundo e indudablemente uno de los más estimulantes visualmente. Empezó como una comunidad autónoma contracultural psicodélica que imaginaba un futuro libre de la sociedad de consumo. Aunque para muchos sigue siendo un lugar increíble para enfiestarse, mucho del espíritu auténtico contracultural del festival se ha perdido. Esto ha sido denunciado desde hace años por algunos asiduos participantes.

Adriana Roberts, una conocida asistente de Burning Man durante treinta años, escribió recientemente un artículo explicando por qué está "rompiendo" con el icónico festival. Como editora y publicista del periódico más popular de Black Rock City, Roberts ha visto cómo el festival ha evolucionado a lo largo del tiempo. Aunque todavía lo encuentra interesante, cree que es hora de ausentarse.

Uno de los problemas más evidentes que señala es el costo creciente de asistir a Burning Man. Lo que comenzó como un boleto de cuarenta dólares en 1993 ahora ha aumentado a más de novecientos, sin incluir otros gastos como viajes y suministros. El elevado precio ha convertido al festival en un "patio de recreo para adultos ricos", excluyendo a muchos asistentes de largo plazo como la propia Roberts.

Roberts también señala un cambio significativo en la cultura del festival. Burning Man se ha vuelto más una:

vacación de trabajo ritualística que una experiencia transformadora. Y debido a su gran tamaño y al estrato económico que ahora atrae, me resulta cada vez más difícil conectar con nuevas personas allí. Por lo tanto, para mí es mucho de lo mismo, especialmente porque Black Rock City ahora parece tener los mismos arquetipos socioeconómicos de las grandes ciudades en las que ya vivo, como San Francisco.

Roberts encuentra más atractivos festivales más pequeños y menos costosos como Neotropolis, ya que ofrecen un sentido más genuino de comunidad.

Después de tres décadas de profunda implicación construyendo piezas de arte, dirigiendo campamentos temáticos y siendo voluntaria, Roberts admite sentirse agotada. La logística exigente y el entorno desafiante del festival han afectado su estado mental, emocional y financiero.

Hace ya más de un lustro, otro asiduo y reconocido burner, el escritor Daniel Pinchbeck, airaba sus razones para dejar de ir a este evento, que actualmente está copado de influencers y techies:

Burning Man ha logrado muchas cosas increíbles, abriendo toda una nueva dimensión de libertad individual y expresión. Al mismo tiempo, el festival se ha vuelto víctima de su propio éxito. Se ha convertido en un masivo complejo de entretenimiento, un poco como Disneylandia, para un contingente compuesto sobre todo de una élite millonaria. Siempre ha tenido un poco de esta vibra, pero se ha vuelto más pronunciada en los últimos años. El potencial para una verdadera liberación o despertar es cada vez más oscuro y remoto.

[...] En Burning Man siempre hubo tensión entre dos visiones del mundo, que llamaría libertaria hedonista y mística anárquica. Siento que, como resultado de su rápido crecimiento, el festival se ha convertido en un imán de la élite adinerada (la gente de Silicon Valley, los dueños de los medios de comunicación y sus  grupos, la gente de Ibiza), la balanza se ha volcado a favor del hedonismo libertario. Los carros de arte se han vuelto los nuevos yates, representando expresiones de egos masivamente inflados. Campamentos acaudalados gastan cientos de miles de dólares en un vehículo para pavonearlo por ahí, con una vibra de cordón de terciopelo. Cada vez más, la cultura de Burning Man se siente como otra versión de la visión ensimismada, nihilista e inconsciente de la economía liberal que rápidamente está aniquilando la vida de un mundo compartido.

Esto fue escrito en 2015 y el fenómeno sólo parece haber aumentado. Como ocurre con todos los intentos que buscan ir más allá de lo establecido y despertar un espíritu libre, el capitalismo los coopta y los transforma en nuevos modos de expandir su visión única nihilista, en la cual caben perfectamente la espiritualidad new age y el neochamanismo.  


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Imagen: Burning Man Mamma