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Así haya sido por cumplir con su palabra, para ayudar a un amigo o en una extraña muestra de autopromoción, Herzog se comió su zapato

Werner Herzog no sólo es uno de los grandes cineastas de nuestra época, es un tipo con un carácter aventurero y radical, capaz de hacer todo tipo de cosas para lograr sus cometidos. Un caso famoso ocurrió en su película También los enanos empezaron desde pequeños, la cual se filmó en México. Herzog estaba teniendo ciertos problemas para lograr convencer a los enanos protagonistas de la cinta para que hicieran lo que él quería. Así que pactó que si ellos hacían lo que él decía, cuando terminara la filmación podrían hacer con él lo propio. Se llegó al acuerdo de que lo arrojarían por una colina contra unos cactus (según Herzog, años después seguía teniendo las heridas de este suceso).

Y por supuesto, se podrían mencionar sus eternos combates, algunos de ellos al borde de la muerte, con el actor Klaus Kinski, quizá uno de los más grandes actores del siglo XX pese (¿o gracias?) a tener serios problemas psiquiátricos, incluyendo haber sido diagnosticado de esquizofrenia. 

Otro caso notable es el narrado a continuación. Esto no se sabe bien si fue sólo un truco publicitario o  realmente el cumplimiento de un compromiso. Según Herzog, apostó con el documentalista Errol Morris a que este nunca conseguiría el dinero para completar su película Gates of heaven. Si lo hacía, él se comería uno de los zapatos que llevara puestos en ese momento. Morris logró filmar la película y entonces Herzog sintió la necesidad de cumplir su promesa

El corto documental Werner Herzog Eats His Shoe (1980), dirigido por Les Blank, narra este suceso, en el cual el director alemán cocina su zapato, lo condimenta y se lo come ante una audiencia en vivo. Además del pago de la apuesta, se trata claramente de un happening, con el que se promueve la película de Morris (que en ese momento todavía necesitaba distribución) y/o se promueve al mismo Herzog.

Más allá de la polémica, es indudable que Herzog se comió su zapato. Lo tuvo que hervir para suavizarlo y lo condimentó fuertemente y,  para pasárselo, se tomó una cerveza. Eso sí, no se comió la suela, pues argumentó que uno no se come los huesos cuando come pollo u otro animal

 


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Imagen de portada: Wikimedia