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Tarkovski cumple años y recordamos su visión sagrada y majestuosa del rol del artista en el mundo

Andréi Tarkovski tal vez sea el director de cine más grande de todos los tiempos (tal es la opinión de Bergman), pero indudablemente también es el director que con mayor virtud ha empleado el cine para transmitir una visión poética y espiritual del universo. El pasado 4 de abril Tarkovski habría cumplido 89 años de edad y estaría feliz de hacerlo en el domingo de Pascua, pues su visión cinematográfica fue también guiada por un cristianismo profundamente místico.

El padre de Tarkovski fue uno de los poetas rusos más importantes de su generación y Tarkovski llevó a un nivel superior lo que se conoce como "poesía visual". La que quizá sea su cinta más puramente poética, El espejo, una reflexión mágica sobre su infancia y sus relaciones amorosas, ha sido restaurada y reestrenada este año en una lujosa edición que homenajea al genio ruso

Aprovechamos esta fecha ominosa para recordar a Tarkovski y particularmente esa veta poética que lo hace uno de los grandes artistas del siglo XX. Tarkovski no sólo hizo cine, sino que también fue un buen fotógrafo y dejó textos luminosos sobre la naturaleza del arte. El gran ejemplo de esto es su libro Esculpir el tiempo. La visión de Tarkovski sobre lo que es el arte y el artista es una de las más majestuosas  e inspiradoras que se han concebido.

Para Tarkovski, la labor del artista no es otra que la de hacer perceptible en el tiempo y en lo finito lo que es eterno e infinito. El artista, es en este sentido, el puente o medio a través del cual la luz espiritual o la realidad trascendente se difunden en el mundo. Tarkovski creía que a través de la imagen en movimiento era posible "sostener una conciencia de lo infinito: de lo eterno dentro de lo infinito, de lo espiritual dentro de la materia, lo ilimitado en la forma". Y en el centro del arte, así como en la devoción religiosa, estaba el amor, una forma de imitatio dei

¿Qué es el arte?... Como una declaración de amor: la conciencia de nuestra dependencia mutua. Una confesión. Un acto inconsciente que sin embargo refleja el auténtico significado de la vida -el amor y el sacrificio-.

La poesía, como habría dicho Rilke, por ejemplo, es un estado de atención, la mirada que guía hacia la vida y lo luminoso:

Cuando hablo de la poesía no hablo de ella como de un género. La poesía es una cierta atención al mundo, una manera particular de relacionarse con la realidad. De esta manera, la poesía se vuelve una filosofía que guía al ser humano en la vida.

Esta es la mirada que hay que cultivar. Tarkovski, quien murió en 1987, veía ya cómo la modernidad tecnológica amputaba esta mirada atenta y abierta y distraía con sus chácharas de lo realmente importante: el enigma existencial.

La cultura moderna de masas, orientada hacia el "consumidor", la civilización de las prótesis, está haciendo inválidas las almas de las personas, colocando barreras entre el hombre y la cuestión crucial de su existencia, su conciencia de ser un ser espiritual.

En cierta manera todo poeta es un profeta, pues al penetrar la realidad presente alcanza a ver aquello que está en el fondo y de lo cual el tiempo -con sus mutaciones- es una imagen. Tarkovski fue en muchos sentidos un profeta, un vidente cuya obra es una de las grandes reservas espirituales.

 

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Imagen de portada: CC