Este viernes 11 de diciembre se dio a conocer la noticia del fallecimiento de Kim Ki-duk, director de cine de origen surcoreano que contaba con un gran reconocimiento internacional en el ámbito del llamado “cine de arte” o “cine de autor”.
Kim Ki-duk tenía 59 años y al momento de su muerte se encontraba en Latvia, Europa del Este, en donde fue tratado luego de haberse contagiado de covid-19. Según las informaciones disponibles, Kim Ki-duk había viajado a la región del mar Báltico como parte de un nuevo proyecto cinematográfico en desarrollo.
El director comenzó a ganar relevancia por la singularidad de su estilo, marcado por un acercamiento poco común hacia la violencia corporal explícita pero tratada una manera sumamente estética. Situaciones y emociones como la ira, la agonía, el dolor y la crueldad son constantes en la producción cinematográfica de Kim Ki-duk, extrañamente mezcladas con la belleza, con cierta armonía incluso.
Uno de los primeros laureles de importancia que Kim Ki-duk cosechó fue el Premio Un Certain Regard del Festival de Cannes en 2011, por su cinta Arirang. Recordemos que Un Certain Regard es una sección del Festival de Cannes en donde se proyectan cintas de directores jóvenes y audaces, que demuestren un estilo cinematográfico sólido y original.
A partir de entonces, Kim Ki-duk recorrió con gloria algunos de los circuitos más prestigiosos de festivales y muestras cinematográficos, tales como los festivales de cine de Venecia y de Berlín.
Entre las cintas más celebradas de Kim Ki-duk se encuentran Hierro 3 (de 2004, distribuida también como El espíritu de la pasión), Samaritan Girl (también de 2004), Pietà (2012) y Primavera, verano, otoño, invierno... y otra vez primavera (o Las estaciones de la vida, de 2003), esta última probablemente la más conocida y también la más bella, pues es una sensible reflexión sobre el paso de la vida y sus muchas etapas según transcurre esta en un monasterio budista.
Cabe mencionar por último que la trayectoria de Kim Ki-duk se vio ensombrecida en años recientes debido a que fue acusado de violación y acoso -junto con Cho Jae-hyun, uno de los actores más recurrentes en sus filmes- por tres mujeres que trabajaron en algunas de sus producciones. En 2018, en el marco del movimiento #MeToo (que, como es sabido, fue el inicio del fin para el poderoso productor hollywoodense Harvey Weinstein), Kim Ki-duk también fue objeto de dichas denuncias de delitos sexuales, las cuales, si bien se desecharon por falta de pruebas, lo llevaron a alejarse un tiempo del plató e incluso a pagar una multa de cerca de cinco millones de wones (aproximadamente 4 500 dólares)
Ahora el hombre ha muerto, lo mismo que sus vicisitudes, pero su obra pervive.
Descanse en paz.