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El físico Marcelo Gleiser hace unas polémicas declaraciones

En las últimas décadas se ha llegado a asociar el ateísmo con la ciencia. Particularmente el movimiento encabezado por Richard Dawkins, el llamado nuevo ateísmo, ha creado la impresión general de que la la postura del ateísmo es la postura natural de la ciencia o, incluso, que la ciencia, como resultado de su desarrollo, se sitúa lógicamente en esta postura.

Ante esta noción, el físico Marcelo Gleiser, recipiente del Premio Templeton, uno de los más importantes galardones en el ámbito de la ciencia y el pensamiento interdisciplinario, hizo recientemente algunas declaraciones que para algunos medios han resultado poco menos que escandalosas.

Gleiser ha dicho que el ateísmo es incompatible con la ciencia. Su argumento se basa en un razonamiento muy sencillo. El ateísmo es una creencia, pues no hay evidencia de la existencia de Dios pero tampoco evidencia que niegue dicha posibilidad, y por lo tanto significa una postura metafísica ante la realidad.

Gleiser, por supuesto, no afirma la creencia en Dios o en un principio espiritual, simplemente matiza que la ciencia no tiene una teoría del todo satisfactoria (y quizá nunca pueda tenerla), pese a que muchos científicos tienden a buscar una (y en este sentido imitan a las religiones), por lo cual no está en posición de determinar si existe una deidad creadora o un principio trascendental.

Para Gleiser, el ateísmo es inconsistente con el método científico que no es ateo sino, más precisamente, es agnóstico. La ciencia, pese a lo que algunas personas creen, no ha "explicado el origen del universo y la totalidad" y, por lo tanto, hay lugar para el misterio, así que no se puede descartar la existencia de Dios, sugiere Gleiser, quien califica al ateísmo como "la creencia en una no creencia", es decir, la ilusión de que su postura está libre de creencias.

Los nuevos ateos "categóricamente niegan algo de lo cual no se tiene evidencia en contra". Gleiser llama a mantener una mente abierta y añade que la ciencia tiene ciertas limitantes, particularmente el "problema de la causa primera", por lo cual es importante que la filosofía y la religión dialoguen con la ciencia y no sean "enemigos".

 

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