En las últimas décadas hemos visto que el estereotipo de los jefes de Estado se ha ampliado enormemente, y especialmente en los últimos años hemos visto personas y comportamientos que hace algunas décadas habrían parecido imposibles o al menos poco apropiados para este puesto.
La etiqueta ciertamente se ha relajado y el poder se ha vuelto más incluyente. Uno de los casos más positivos y divertidos es el del presidente de Irlanda, Michael D. Higgins, quien tiene una relación de profundo amor con sus perros.
Ya antes presidentes como Obama y Putin habían sido retratados en numerosas ocasiones con sus perros, pero el caso del presidente irlandés es especial porque sus perros son tan adorable que los eventos oficiales suelen interrumpirse para celebrar su comportamiento o porque los asistentes, incluyendo al mismo presidente, no pueden resistir entrar en una seguidilla de caricias y mimos.
El presidente Higgins tiene dos perros bernés de la montaña, Brod y Sioda, pero al parecer Brod es el que gana reflectores por su incapacidad de dejar solo al presidente y por su completa indiferencia por los protocolos oficiales. Este enorme can parece estar siempre en un estado de placer extático.
Aunque el éxito de Higgins no debe atribuirse sólo a la enorme popularidad de estos perros en las redes sociales, lo que e indudable es que su actitud desenfadada y auténtica le ha permitido ganarse la predilección del electorado. Sin duda, vemos en todo el mundo una tendencia en la que los políticos se vuelven más parecidos a los ciudadanos comunes y corrientes y de esta manera conectan más con el público.
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