Andréi Tarkovski sobre el significado de la vida y la verdadera función del arte
Arte
Por: Luis Alberto Hara - 01/21/2020
Por: Luis Alberto Hara - 01/21/2020
Para muchos conocedores (incluyendo a Ingmar Bergman) Andréi Tarkovski es el más grande director de cine de la historia, especialmente por estar asociado a un entendimiento poético y espiritual de la imagen en movimiento. El gran maestro ruso no filmó mucho, pero en cada una de sus cintas se pueden apreciar escenas que son dignas de obras clásicas como las que uno podría encontrar en Miguel Ángel, Rembrandt o Caravaggio.
Tarkovski fue hijo de un importante poeta ruso y su concepción del cine no puede desligarse de la poesía y lo que se llama de manera muy amplia el "cine de arte". Él mismo entendió el cine como un esculpir usando el tiempo como materia. Además fue un hombre de una profunda fe cristiana, que se refleja claramente en cintas como Andrei Rublev (1969) y Sacrificio (1986).
Quizá como ningún otro director en la historia, uno puede distinguir el estilo narrativo y visual de Tarkovski con sólo ver un par de segundos de imágenes. En este video se pueden ver algunas de sus escenas más logradas, preciosos instantes que parecen escapar del tiempo reflejando su transcurso, la corriente misma que no puede entenderse sin la memoria, la imaginación y el amor.
Escuchamos al principio a Tarkovski responder a la pregunta de qué es el arte para él. El maestro ruso dice que para contestar a esa interrogante primero necesita hablar del sentido de la vida, que para él consiste en "desarrollarse espiritualmente". El arte cumple su función "si la vida tiende a un enriquecimiento espiritual", es decir, el "arte debe ayudar al hombre" a encontrar su plenitud espiritual. Tarkovski añade que él difiere de aquellos que piensan que a través del arte conocemos el mundo, pues no cree en la posibilidad de dicho conocimiento. Pareciera que hace referencia a un tipo de conocimiento intelectual, analítico, dualista y que, de hecho, impide el auténtico desarrollo espiritual. Este último, presumiblemente, se alcanza sólo a través de la intuición, el silencio y la fe.