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Esta secuencia de 'Game of Thrones' ofrece una definición precisa, aunque un tanto brutal, del efecto que la lectura tiene en nuestra vida

En Pijama Surf hemos publicado antes algunas notas que bien podrían tomarse como elogios a la cultura de lo escrito. Hace tiempo glosamos un pasaje de Carl Sagan sobre el avance exponencial que el desarrollo del lenguaje trajo a nuestra civilización y recientemente publicamos este comentario a un pasaje del Fedro de Platón, a propósito de la escritura en su relación con el bien, la justicia y la belleza.

En nuestra época podríamos pensar que no es necesario "elogiar" la escritura o la lectura, pues en general la mayoría de nosotros consideramos a priori ambas actividades como positivas, benéficas o útiles. En términos sencillos, la mayoría puede aceptar que leer es algo bueno o provechoso, e igualmente escribir (o al menos, saber hacerlo).

Sin embargo, cuando comenzamos a reflexionar sobre por qué tenemos esta opinión favorable sobre la cultura de lo escrito, quizá muchos nos demos cuenta de que se trata de una suerte de prenoción para lo cual no contamos con argumentos propios que la sostengan. Sabemos que saber leer y escribir es bueno, e igualmente cultivar el hábito de la lectura, ¿pero por qué?

El video que compartimos a continuación es una escena de la popular serie Game of Thrones (David Benioff y D. B. Weiss, 2011-2019), específicamente, del primer capítulo de la séptima temporada. En ella podemos escuchar un argumento contundente sobre la importancia de los libros, la lectura y la escritura. Veamos.

No somos como la gente al sur de Los Gemelos. Tampoco somos como la gente al norte de Los Gemelos. En la Ciudadela llevamos una vida diferente por razones diferentes. Somos la memoria de este mundo, Samwell Tarly, sin nosotros los hombres no serían mejores que los perros, que no recuerdan ninguna comida más allá de la última ni pueden ver otra más allá de la siguiente, que cada vez que sales de la casa y cierras la puerta aúllan como si te hubieras ido para siempre. Cuando la rebelión de Robert estaba en su auge, la gente pensó que el fin estaba cerca. El fin de la dinastía Targaryen, ¿cómo sobreviviremos? Cuando Aegon Targaryen volvió la vista hacia el oeste y llevó a sus dragones a Aguanegra, "el fin está cerca, ¿cómo sobreviviremos?". Y, miles de años antes, durante la Larga Noche, podríamos ser perdonados por pensar que realmente fue el fin, pero no lo fue, nada de eso lo fue. El Muro ha resistido todo y cada invierno que ha llegado ha terminado.

La comparación entre el ser humano y un animal como el perro podría parecer exagerada, pero esta no es la primera vez en la historia en la que dicha figura u otra similar se emplea para mostrar que el lenguaje es uno de los elementos decisivos que nos distinguen de los animales. Como se dice en la escena, el lenguaje nos permite consignar lo que sabemos sobre el mundo y la realidad, lo cual a su vez puede llevar a conservarlo, compararlo, transmitirlo a través del tiempo y el espacio, revivirlo en condiciones muy distintas a aquellas en las que se originó y mucho más.

En pocas palabras, generar conocimiento. El conocimiento que nos hace humanos y nos permite desarrollar nuestro potencial.

 

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