La ketamina es una sustancia usada como anestesia y recreacionalmente como una poderosa droga psicoactiva, pero al parecer esta sustancia tiene una notable aplicación médica. El Dr. David Feifel de la Universidad de California en San Diego ha empezado a utilizar ketamina para tratar depresión severa -casos extremos en los que nada más parece funcionar- con una espectacular efectividad. La ketamina actúa a través del sistema glutamático, un neurotransmisor que recientemete se ha descubierto tiene un papel importante en la depresión.
En un estudio realizado por Carl Zarate del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos pacientes que no habían respondido al tratamiento normal contra la depresión respondieron hasta en un 70% cuando se les inyectó ketamina en dosis pequeñas. La respuesta comúnmente ocurrió en las primeras 24 horas, lo cual es extraordinario para un antidepresivo.
Los efectos de la ketamina en los pacientes depresivos no son sostenidos por lo cual se tiene que continuar utilizando esta droga y posiblemente idear un programa para que puedan ir dejándola poco a poco.
El científico John Lilly, pionero en la comunicación con delfines, utilizaba estas sustancia, junto con el LSD, en tanques de aislamiento, en su intento de desprogramar “la biocomputadora humana”. La ketamina es un disociativo; sus usuarios hablan de “k-holes“, unos como abismos en la conciencia similares a las experiencias cercanas a la muerte. Otros creen entrar en contacto telepático durante estas experiencias.
La ketamina se suma a los hongos y al LSD como sustancias psicoactivas prohibidas que están siendo utilizadas con fines médicos, en lo que esperamos sea el renacimieneto de la medicina psicodélica.
