*

El uso de psicodélicos sigue siendo un secreto a voces (¿por esta buena razón?)

Por: Jimena O. - 05/19/2016

Investigar sobre la naturaleza de la propia conciencia todavía no es un tema que pueda hablarse libremente debido al estigma que equipara las medicinas psicodélicas a drogas adictivas y nocivas, a causa de años de propaganda oficial

El portal Psymposia está llevando a cabo un importante ejercicio de reflexión y discusión en torno al uso de sustancias psicodélicas y su relación con las políticas de identidad. El debate es urgente y necesario, pues mientras algunos adoptan abiertamente una voluntad de dar a conocer los beneficios del LSD, la psilocibina y otras sustancias de apertura de conciencia a un público cada vez mayor, otros creen que las repercusiones de salir del "clóset psicodélico" todavía son más negativas que positivas; otra crítica, además, del modo "correcto" de salir de dicha secrecía psicodélica es que enmarcar el consumo de estas sustancias en un vocabulario de justicia social podría ser perjudicial para luchas como la de los derechos civiles de grupos identitarios no heterosexuales ni blancos.

Uno de los participantes de la discusion que decidió permanecer en el anonimato afirma que aunque el uso de psicodélicos ha sido de innegable beneficio para su vida personal, y aunque le es posible discutir abiertamente en ciertos círculos su utilización con diversos fines, lo cierto es que el estigma social permanece gracias al éxito de décadas de publicidad negativa y propaganda en contra del empleo de estas sustancias:

Trabajo en los medios, lo que me hace de alguna forma una figura pública. He mantenido relaciones y comunicaciones con políticos, empresarios, organizadores comunitarios, líderes de ONGs y miembros de las comunidades donde trabajo, sin mencionar la confianza de aquellos que siguen mi trabajo y aquellos arriba de mí en la organización. Descubrirme como campeón del uso de psicodélicos, dado el estigma cultural, podría fácilmente dañar mi posición en muchas de estas áreas.

La utilización de sustancias psicodélicas (en una sociedad ideal) no debería ser motivo de escarnio, persecución y represión, sino que debería estar amparado dentro de la libertad de agencia sobre el propio cuerpo. Poco a poco la sociedad comienza a darse cuenta de los beneficios del uso médico de la cannabis, apoyándose en estudios científicos y en cambios de legislación. Pero en lo que respecta a los psicodélicos, la desinformación todavía es la mayor fuente de opiniones sesgadas.

El argumento importante del autor anónimo es que los usuarios de sustancias psicodélicas no sufren el mismo tipo de rechazo y persecución que los activistas en pro de los derechos reproductivos y sexuales, de la comunidad LGBTTTIQA, de comunidades identitarias según raza, etc. Sí, los psicodélicos son ilegales por un malentendido histórico, pero usar un ácido en un concierto no comporta el mismo tipo de peligro para un adolescente blanco de clase media que un embarazo no deseado para una adolescente indígena de bajos recursos.

El clóset psicodélico es una buena metáfora de aquellas investigaciones de conciencia que realizan los individuos libremente y de las que obtienen numerosos beneficios para su vida personal, a espaldas de una sociedad todavía supersticiosa e ignorante en la materia. A pesar de que el tabaco, el alcohol e incluso la cocaína son mucho más dañinos que cualquier sustancia psicodélica, el consenso social, la publicidad y la normalización de su utilización hacen que el alcohólico sea tratado a lo más como un enfermo que necesita ayuda, mientras que los usuarios de hongos mágicos, LSD, psilocibina y cannabis siguen siendo objeto del estigma del drogadicto, a pesar de que la tasa de adicción a estas sustancias es comparativamente mucho menor que las del alcohol o el tabaco.