Taylor Swift, encarnando el arquetipo del perpetuo adolescente: corazones rotos y poesía barata
Arte
Por: Emilio Novis - 05/14/2024
Por: Emilio Novis - 05/14/2024
Por si no tenían ya demasiado de Taylor Swift y su toque alquímico para convertir en oro los corazones rotos e inadecuados de los adolescentes, la cantante acaparó de nuevo las luces hace unas semanas con su disco The Tortured Poets Department. El título es imposiblemente más cringe, y con muy poco oído poético. Pero más allá de eso, asume algo que a los auténticos poetas debe de parecerles irritante: ella es una poeta y, como los poetas, siguiendo el estereotipo, es torturada por sus sentimientos. Los poetas son personas hipersensibles, altamente emocionales, en otras palabras, perpetuos adolescentes (todos escriben o escribían poesía cuando son adolescentes, y la "poesía" de Swift parece haberse quedado en esa etapa, tanto por sus emociones como por sus logros estéticos). Ella, no hay duda, ha hecho una carrera prolíficamente transmutando los sentimientos de tortura que le han producido sus relaciones -generalmente culpa de hombres que son solo players, según el estereotipo también- para servírselos a niñas que crecen en TikTok e Instagram angustiadas por los prospectos que les ofrece el mundo.
Swift ha logrado capitalizar la ira feminista, el despecho y el resentimiento, creando una particular dosis de vitriolo, mezclándolo con un veneno melifluo, que encapsula cierta sensación de dulzura romántica, un toque de melancolía azul mercurio. Todo vertido en un frasco misterioso, un grial de enigmas, de secretos, acertijos y referencias crípticas y no tan crípticas a su propia vida, a sus amigos y ex novios. El preparado es un verdadero alkahest, ua elixir para capturar la atención de las niñas del mundo que viven más en Twitter y en TiikTiok que en el mundo.
El disco -¿o deberíamos llamarlo "poemario"?- tiene "versos" estelares como los siguientes:
You know you’re good when you can do it with a broken heart, and I’m good, ‘cause I’m miserable / And nobody even knows! / Try and come for my job.
No es precisamente Shakespeare. Como ha dicho un crítico, el disco es todo autobiográfico, una larga autoobsesión que ha llegado al punto más alto y sobredramático. Y aquí solo nos remitiremos a la teoría poética de T.S. Elliot, que por lo demás tiene ecos en numerosos otros críticos literarios, que habla de que justamente lo que es meramente autobiográfico suele no tener ningún valor poético, sino es pasado por el refinado cristal de una relación con la historia del pensamiento.. Lo poético aspira a una forma y a un contenido universal, si bien se puede servir de la experiencia individual, para transmutar ésta en aspectos impersonales que reflejan intuiciones sobre la naturaleza del mundo -generalmente sin hacerlas explícitas- y que por lo tanto pueden ser captados por todos los seres humanos.
O consideren este "verso", en el que Swift literalmente se llama a sí misma poeta:
A smirk creeps onto this poet’s face / Because it’s the worst men that I write best.
[Una mueca se asoma en la cara de esta poeta/ Porque son los peores hombres sobre los que mejor escribo.]
¿No es ocurrente? Hay casi una rima interna en el segundo verso, le da cierta sonoridad, pero Chat-GPT y muchos adolescentes pueden hacer algo bastante mejor en unos segundos. La frase tiene cierto encanto, sin embargo, pero solo dentro del mundillo de las swifties que pueden ligar la frase a canciones previas o a exnovios y degustar, de nuevo, ese dulce veneno, tan propio de holgarse en un corazón roto.
Sugerir que las letras de Swift son poesía es una profanación natural de la época. Sus letras son una tortura para la poesía misma. La poesía tiene algo de estremecimiento, de mostrar un lenguaje revelador, y en este sentido, Swift se queda corta. Quizá podamos decir que es poesía, pero es mala poesía. Bajo otras definiciones, ni siquiera eso, pues la poesía es un lenguaje con cualidades que las letras de Swift carecen; son letras de música pop para las masas, sin la regulación y refinación lingüística propia del poeta. Compararla con Bob Dylan, como han hecho algunos de sus fans, es ridículo.
Marry Harrington, escribiendo en Unheard, sugiere que gran parte de la atracción de la música de Swift viene de una especie de romance condenado al fracaso, del placer del corazón roto y del deseo del aniquiliamiento. Swift explota el sentimiento de anhelo de las jóvenes que han sido rechazadas o abandonadas, que recuerdan con amargura y dulzura al mismo tiempo lo sucedido. Este es por supuesto un tema de la poesía universal, pero también un tema muy común de nuestra era y sentirlo no convierte a alguien en poeta.
Una periodista, Jessica Flanigan, quien es aparentemente profesora universitaria, se atreve a decir que las canciones de Swift son filosofía. Una filosofía del autoconocimiento. Algo así tenía que suceder entre las personas ávidas de un poco de atención. El argumento de esta dudosa académica es que Sócrates dijo que "una vida sin examinarse no vale la pena vivirse", lo cual para ella es decir que examinar nuestras experiencias es un acto filosófico. Swift reflexiona sobre sus experiencias en sus letras, ergo, es una filósofa. De nuevo, si esto es verdad todos -salvo los más robóticos de nosotros- somos filósofos, lo cual degrada altamente la labor filosófica y los deja como meros adolescentes introspectivos.
El trabajo de Swift opera dentro del ámbito de la expresión personal y la reflexión emocional en lugar de la indagación filosófica. La filosofía, ya sea vista desde el ámbito de sus ricas tradiciones, métodos rigurosos y enfoque crítico para comprender el mundo, o desde el ámbito más sencillo del amor al conocimiento y el deseo de llevar una vida ética conforme a principios que se descubren del estudio del mundo, implica un trabajo intelectual que claramente no está presente en la obra de Swift. Uno no puede decir soy filósofo sólo porque pienso. Hay que preguntarse no sólo por la naturaleza de los hombres que engañan, sino sobre la realidad misma y quedarse con la pregunta y seguir indagando. La filosofía es un pensamiento particular, depurado, que requiere de un profundo compromiso contemplativo y, a la vez, un conocimiento del pensamiento de otros filósofos. Incluso el Buda o Cristo, si que queremos hablar de ellos como filósofos, conocían e interactuaban con las tradiciones de conocimiento en las que vivían. Los filósofos se someten a un extenso entrenamiento y se involucran profundamente con las obras de sus predecesores. Las letras de Swift tampoco ofrecen herramientas éticas para habitar en el mundo. Solo ventilan emociones dolorosas y, a lo mucho, por momentos, presentan cambios de actitudes, ideas de empoderamiento, y por lo tanto, si acaso, podrían caer en el género de una rara y oscura forma de autoayuda feminista.
La trayectoria de Swift es la de una mujer que atraviesa las turbulencias de las relaciones amorosas en el patriarcado. Generalmente tiene el corazón roto, pero aun así se levanta, va al gimnasio, se divierte con sus amigas que son la luz de su vida, y luego otra relación. Al final, la filosofía sería simplemente autorreferirse como una mujer. No hay realmente una dimensión estética, ética o metafísica más allá de esto. ¿En qué sentido se puede decir que es filosofía? Solo en el sentido en que todo es filosofía desde la serie Friends, las caricaturas de Barney o cualquier rom-com son filosofía.
No creo que Swift pretenda que sus canciones sean filosofía; esto es solo el resultado de la lectura de sus fans, algunos incrustados en la academia que quieren hacer lecturas profundas, proyectando sus ideas en sus letras. Esto ocurre simplemente como efecto de su popularidad masiva. Sin embargo, probablemente Swift sí pretende que sus canciones sean poemas, al menos este es el tema de su último disco, y aquí las cosas se ponen más difíciles, pues realmente no tiene un talento poético, lo cual no significa que no sepa hacer música pop exitosa. La música pop no tiene que ser poesía. Casi nunca lo es. Por el contrario suele ser el remedo de la poesía.
Quizá lo que sucede es que la admiración que genera Swift, más que por su música, viene de su actitud política. De ser una girl-boss y por ello crear una trayectoria aspiracional para sus fans. La cual es reforzada por sus enormes esfuerzos por parecer una verdadera amiga, una hermana grande, empleando estrategias parasociales que hacen creer a sus seguidores que realmente la conocen y son parte de su vida, en gran parte, a través de la alta naturaleza autobiográfica de su música. Ese es en gran medida, el "arte" de Swift, saber conectar con fans en una era que ya no entiende el arte, pero que quiere algo de contenido que las conmueve por su realismo, es decir, de "reality TV" y necesita llenar su alienación y vacío existencial con sentimientos altamente procesados, lo mismo melosos que oscuros. Como miel sobre una navaja, como azúcar en el sol, solo que después viene la noche, porque él nunca se quedará.
Twitter del autor: Emilio Novis / @pneumaylogos