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La mentalidad de los millonarios de la tencología es escapar de este mundo, mientras el grueso de la población sufre los efectos de su capitalismo nihilista

Una de las narrativas centrales de nuestra era es la visión utópica/distópica de los millonarios de la tecnología que buscan viajar al espacio y salvarse mientras el mundo terrestre se consume por su ambición desmedida. Muchos de ellos crecieron viendo series como Star Trek y jugando videojuegos y las ideas de conquistas espacial se han vuelto parte de su ideología casi religiosa. Al mismo tiempo, al defender valores totalmente materialistas, no tienen ningún sentido de pertenencia espiritual con la tierra, como numerosas culturas antiguas. 

Douglas Rushkoff, uno de los principales teóricos del mundo sobre cultura digital y profesor de la Universidad de Nueva York, ha identificado una corriente ideológica dentro de este pensamiento a la que ha denominado "la Mentalidad". Según Rushkoff, esta mentalidad se manifiesta especialmente entre los multimillonarios de la tecnología, que ven en esta una forma de "escapar del resto de nosotros".

El autor describe "la Mentalidad" como una combinación de cientificismo ateo y materialista, fe ciega en la tecnología como solución a todos los problemas y una visión mercantilista de las relaciones humanas. Esta mentalidad, argumenta, está llevando al mundo hacia un precipicio, y aquellos que la promueven buscan formas de escapar de las consecuencias de sus propias acciones.

Un ejemplo claro de ello es la obsesión de algunos magnates tecnológicos con la construcción de búnkeres y refugios en lugares remotos, preparándose para un apocalipsis que ellos mismos ven como inevitable. Estos búnkeres, equipados con todas las comodidades y protegidos por fuerzas de seguridad privadas, son vistos por sus propietarios como arcos de salvación en caso de un colapso global.

Pero, ¿qué ha llevado a estos líderes tecnológicos a adoptar una visión tan pesimista del futuro? Rushkoff plantea que es el resultado de una combinación de factores, incluyendo la creciente desigualdad económica, los desafíos del cambio climático y, sobre todo, una fe ciega en la tecnología como solución a todos los problemas.

Esta fe en la tecnología, combinada con una visión materialista del mundo, ha llevado a muchos en Silicon Valley a ver la tecnología no como una herramienta para mejorar la sociedad, sino como una forma de escapar de ella. En lugar de trabajar para resolver los problemas del mundo, estos magnates buscan formas de aislarse de las consecuencias de sus propias acciones.

El resultado es una visión del futuro profundamente distópica, en la que la tecnología se convierte en una fuerza de destrucción en vez de un motor de progreso. En lugar de ver la tecnología como una herramienta para mejorar la sociedad, estos líderes la ven como una forma de escapar de ella.

En una reciente entrevista con El País, Rushkoff resumía este impulso escapista:

Los más pudientes van más allá de los búnkeres de lujo. Jeff Bezos quiere viajar al espacio; Elon Musk, colonizar Marte. Peter Thiel (Palantir) ambiciona revertir el proceso del envejecimiento. Sam Altman (OpenAI) y Ray Kurzweil (Google), cargar sus mentes en ordenadores. Mark Zuckerberg, refugiarse en el metaverso. Un abanico de formas de alejarse de los problemas que han contribuido a crear. Y del resto de la humanidad.

¿Cuánta esperanza podemos tener cuando nuestros líderes (pues ciertamente son más influyentes que los políticos) quieren sobre todo evadir la realidad inmediata y refugiarse en mundos informáticos?