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Encuentran la evidencia más antigua de uso de alucinógenos en humanos de la Edad de Bronce

Arte

Por: Pedro Luizao - 04/10/2023

Chamanes de la Edad de Bronce habrían consumido efedrina, atropina y escopolomina, sustancias que se encuentran en plantas como el toloache y la belladona

El uso de plantas psicoactivas o alucinógenas se remonta a tiempos muy antiguos y cada vez los científicos encuentran más evidencia de ello. Las prácticas extáticas o psiconáuticas podrían ser tan viejas como el ser humano e, incluso, su consumo pudo haber dado lugar a ese salto cuántico en la evolución de los primates que devino en el desarrollo de la conciencia, eso al menos es la llamada "teoría del mono dopado" de Terence McKenna, que puede parecer descabellada pero que con el paso del tiempo resulta cada vez más interesante.

En una investigación se encontró presencia de plantas alucinógenas en un análisis genético de cabello humano en un sitio funerario en Menorca, España. Los investigadores detectaron sustancias como efedrina, escopolamina y atropina.

Mechones de cabello humano extraídos del yacimiento funerario de la cueva de Es Carritx, en Menorca. Imagen: ASOME-Universitat Autònoma de Barcelona/PA

Mechones de cabello humano extraídos del yacimiento funerario de la cueva de Es Carritx, en Menorca. Imagen: ASOME-Universitat Autònoma de Barcelona/PA

Estas dos últimas son de la familia de las solanáceas. La escopolamina es una sustancia que se encuentra en la planta mejor conocida como toloache en México, chamico en otros países o datura (su nombre más genérico), además de en otras plantas como la belladona, de amplia tradición en la cultura europea antigua y medieval, siendo una de las plantas psicoactivas o delirantes más utilizadas en la brujería. Por otra parte, la efedrina es un estimulante que produce estados de alerta y excitación.

Belladona (Atropa belladonna) en una página del Herbario de John Gerard (1597)

Belladona (Atropa belladonna) en una página del Herbario de John Gerard (1597)
 

Tolohuaxíhuitl o toloache representado en el Códice Florentino (1793)

Tolohuaxíhuitl o toloache representado en el Códice Florentino (1793)

Elisa Guerra-Doce, de la Universidad de Valladolid en España, y otros colegas investigadores analizaron mechones de cabello de la cueva de Es Carritx, localizada en en La Mola, en la región de Formentera, ocupada por primera vez hace unos tres mil seiscientos años y que contenía una cámara utilizada como espacio funerario hasta hace aproximadamente dos mil ochocientos años.

Estudios anteriores mostraron que alrededor de doscientos diez individuos fueron enterrados en esta cámara. Sin embargo, sólo los mechones de cabello de ciertas personas fueron teñidos de rojo, colocados en recipientes de madera y cuerno decorados y trasladados a una cámara sellada y separada en una zona más profunda de la cueva. Estos mechones de cabello datan de hace aproximadamente tres mil años. Por los restos de sustancias psicoactivas encontrados, los investigadores sospechan que los mechones teñidos de cabello pudieron haber pertenecido a una especie de chamanes de la comunidad.

Este descubrimiento se alinea a otras evidencias previas que indican que al menos desde el periodo paleolítico (desde hace unos 2.59 millones de años hasta hace unos doce mil años, aproximadamente) los seres humanos tenían conocimiento de propiedades de ciertas plantas más allá de la mera alimentación. Es decir, ya entonces hubo un tipo de consumo más bien cercano a fines médicos o psiconáuticos.

Asimismo, ahora se sabe al menos desde la Edad de Bronce (del año 3300 al 1200 antes de nuestra era), diversas plantas psicoactivas fueron usadas ceremonial o lúdicamente.

En Europa, la evidencia previa sobre el uso de drogas en la prehistoria se basaba en indicios indirectos, como la detección de alcaloides de opio en recipientes de la Edad de Bronce, restos de plantas con propiedades psicoactivas en un contexto ritual y lo que podrían ser representaciones de dichas plantas en obras de arte.

En el caso del hallazgo de Es Carritx, los restos de las plantas encontradas, potencialmente tóxicas, sugieren que no se trataba de un uso médico. Probablemente el conocimiento se transmitía entre los chamanes que eran capaces de controlar los efectos y usarlas con fines extáticos o adivinatorios.


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Imagen de portada: ASOME-Universitat Autònoma de Barcelona