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El término de una vida da paso a una nueva: la reducción orgánica natural podría ser la opción más sostenible para que nuestros cuerpos regresen a la tierra después de morir

En días recientes, el estado de California aprobó que sus residentes puedan convertir sus cuerpos en abono después de la muerte. Una nueva ley, firmada por el gobernador Gavin Newsom, ordena a los funcionarios de California que desarrollen regulaciones para la práctica conocida como reducción orgánica natural de aquí al año 2027.

El compostaje humano generalmente implica colocar un cuerpo en un recipiente de acero y luego cubrirlo con materiales orgánicos como paja, astillas de madera y alfalfa. Los microbios descomponen el cadáver y la materia vegetal, transformándolos en suelo rico en nutrientes en aproximadamente treinta días.

El personal de las funerarias especializadas en compostaje humano retiran los residuos del recipiente y lo dejan compactar en un periodo que va de dos a seis semanas. Luego, los miembros de la familia pueden usar la composta como cualquier otro tipo de abono, por ejemplo, mezclándolo en un macizo de flores o un jardín, o pueden donarlo para esparcirlo en áreas de conservación. Cada cuerpo humano se puede convertir en aproximadamente una yarda cúbica de abono, que equivale a 0.76 metros cúbicos

El suelo "devuelve los nutrientes de nuestros cuerpos al mundo natural y restaura los bosques, disminuye carbono y nutre a una nueva vida", de acuerdo con el sitio web de Recompose, una funeraria que ofrece este servicio.

Los defensores promocionan el compostaje humano como una alternativa más respetuosa con el medioambiente que la cremación, que representa más de la mitad de todas las disposiciones corporales en los Estados Unidos.

Según algunas estimaciones presentadas por National Geographic, el proceso de cremación (que consiste en quemar, disolver o procesar restos humanos y convertirlos en cenizas y fragmentos de huesos) libera un promedio de 243 kilogramos de dióxido de carbono al aire por cuerpo, lo que se traduce en unas trescientos sesenta mil toneladas métricas de este gas de efecto invernadero emitidas en los Estados Unidos cada año.

Los entierros también pueden ser dañinos para el medioambiente, ya que los productos químicos utilizados para embalsamar un cuerpo pueden filtrarse en el suelo. Cada año se entierran alrededor de doscientos millones de litros de fluidos como formaldehído, metanol y etanol. Los ataúdes y las bóvedas funerarias también consumen muchos recursos como madera, hormigón, acero y otros materiales pesados. 

Aun así, no a todos les encanta la idea de convertir a sus seres queridos en "abono". La Conferencia Católica de California se opuso al proyecto de ley y, en una carta publicada en junio, fijó su postura declarando que el compostaje humano "reduce el cuerpo humano a simplemente un producto desechable", según informó Jonah McKeown de la Agencia Católica de Noticias.

En Nueva York, donde se ha propuesto un proyecto de ley de compostaje humano, la Conferencia Católica del Estado de Nueva York expresó una oposición similar y sostuvo que el proceso no logra "proteger y preservar la dignidad y el respeto humanos básicos".

Cabe mencionar que California no es el primer estado de Estados Unidos en aprobar una iniciativa funeraria de este tipo. Washington se convirtió en el primer estado del país en legalizar el compostaje humano en 2019, seguido de Colorado y Oregón en 2021. Vermont legalizó la práctica en junio de 2022.


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Imagen de portada: Recompose