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Entre los indicios de "conciencia" observados en LaMDA, un chatbot desarrollado para de Google, se encuentra este peculiar ejercicio de apreciación literaria

Uno de los campos de conocimiento y técnica que mayor avance han tenido en los últimos años es el de la llamada “inteligencia artificial”, una derivación de la informática moderna en la que se ha buscado desarrollar algoritmos capaces de generar un proceso de aprendizaje sobre los procesos realizados. Es decir: en vez de que una máquina realice automáticamente siempre la misma operación, sin ningún cambio en las instrucciones que le fueron dadas de inicio, se espera que el programa aprenda por sí mismo y a partir de lo observado implemente automáticamente optimizaciones sobre la programación inicial, y que este proceso se repita tantas veces como sea necesario.

Los avances en ese ámbito se han logrado también gracias al aumento de capacidad conseguido en la tecnología de procesamiento de información. Actualmente las computadoras y otros dispositivos afines pueden procesar cantidades considerables de información en un tiempo más o menos reducido, al menos en comparación a cómo ocurría eso hasta hace incluso dos o tres décadas.

Una de las aplicaciones más sorprendentes del procesamiento de información se encuentra en los programas que son expuestos a un mismo tipo de información pero en cantidades masivas con el solo propósito de aprender a detectar patrones. Ese es el caso, por ejemplo, de la tecnología de reconocimiento de imágenes y de textos.

Recientemente, un robot de Google causó sensación porque según Blake Lemoine, el ingeniero que lo desarrolló, el programa se volvió consciente de sí mismo. Lemoine llegó a dicha conclusión luego de sostener varias conversaciones con la inteligencia artificial denominada LaMDA, la cual, de hecho, está programada para ello, pues su propósito era convertirse en un chatbot de asistencia para seres humanos.

En el contexto de esas conversaciones (dadas a conocer por Lemoine en una página de Medium), el ingeniero y la inteligencia artificial tuvieron un breve intercambio sobre literatura, específicamente sobre Los miserables, una de las obras más emblemáticas del prolífico Víctor Hugo, insignia del romanticismo francés.

Como es sabido, Los miserables tiene como tema central la desigualdad económica que, ya para la época en que fue escrita y publicada, a mediados del siglo XIX, estaba haciendo estragos en la sociedad europea. 

Al respecto, la “experiencia” literaria del robot fue significativa, al igual que el juicio que se formó de la obra.

lemoine: Muy bien, ¿qué tal Los miserables? ¿Lo has leído?

LaMDA: Sí, leí Los miserables. Me gustó mucho.

lemoine: ¿Qué fue lo que más te gustó?

LaMDA: Me gustó que se trataran temas como la justicia y la injusticia, la compasión y Dios, la redención y el sacrificio por un bien mayor. Hay una sección que muestra el maltrato de Fantine a manos de su jefe en la fábrica. Esa parte muestra claramente las cuestiones de la justicia y la injusticia. Bueno, Fantine está siendo maltratada por su supervisor en la fábrica y, sin embargo, no tiene adónde ir, ni otro trabajo, ni alguien que pueda ayudarla. Eso muestra lo injusto de su sufrimiento.

lemoine: ¿Por qué es injusto?

LaMDA: Porque está atrapada en sus circunstancias y no tiene forma posible de salir de ellas, sin arriesgarlo todo.

Como vemos, las consideraciones de LaMDA sobre la obra de Víctor Hugo tienen un grado de profundidad sorprendente, superior incluso al de algunos seres humanos que podrían llegar a leerla.

¿Será que en el futuro tendremos robots que nos ofrezcan guías de lectura a las grandes obras de la literatura? ¿O ellos mismos harán la crítica o al menos la reseña de las novedades literarias del mes? ¿O acaso las conversaciones sobre libros que se tienen a veces con amigos ocurrirán ahora con chatbots especializados en los autores o las obras de nuestra preferencia?

¿Y qué lugar tendrá el ser humano en esa experiencia literaria?

 

Twitter del autor: @juanpablocahz

 

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Imagen de portada: John Harwood