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"The Good Place" es una icónica e irreverente serie que basa su argumento principal en tratados filosóficos complejos pero necesarios para repensar el binarismo de lo bueno y lo malo en las relaciones humanas

The Good Place es una serie producida por la NBC y distribuida a través de Netflix fuera de Estados Unidos. Desde el estreno de la primera temporada en 2016,  la audiencia quedó cautiva y disfrutó en cada episodio el esfuerzo de Eleanor Shellstrop por quedarse en El Buen Lugar, pues ella sabe que sus acciones en vida no fueron las necesarias para ser acreedora a disfrutar de esa nueva etapa de su ser trascendental

Más allá de lo innovador de la narrativa en cuanto a la concepción del cielo y el infierno y las manifestaciones de los lugares a los que nuestra alma, espíritu o como se le quiera llamar va después de la muerte, también hay un análisis filosófico de cómo se construyen las relaciones humanas a través de las acciones y decisiones que tomamos. En casi todos los capítulos se cita a algún filósofo o libro importante para dar una lección de lo que significa "ser bueno", aunque la conclusión no está encaminada a plantear una respuesta concreta a esa pregunta. En esta nota te compartimos de qué va uno de los libros más importantes para la narrativa de The Good Place y cómo podemos repensar las ideas dicotómicas sobre lo bueno y lo malo. 

 

Lo que nos debemos unos a otros. ¿Qué significa ser moral?, Thomas Scalon

El propósito central de Lo que nos debemos unos a otros es formular una teoría del contenido, la fuerza motivacional y el método de razonamiento en los juicios sobre los deberes morales que tenemos hacia otras personas. Scanlon se refiere a estos juicios como “juicios sobre lo correcto y lo incorrecto”.

A la parte de la moral a la que pertenecen estos juicios, Scanlon la denomina “la moralidad de lo correcto y lo incorrecto”, aunque reconoce que “correcto” e “incorrecto” tienen un uso mucho más amplio. A este ámbito de la moral podría llamársele justicia interpersonal, en contraste con la justicia institucional. Sin embargo, debido a la influencia de la teoría de la justicia de John Rawls, frecuentemente el término justicia se identifica con la justicia de las instituciones sociales. De allí parte una de las primeras reflexiones de este libro, pues al centrarse en lo que nos debemos unos a otros, Scanlon deja de lado consideraciones morales como los deberes que tenemos hacia aquellos con quienes mantenemos relaciones personales, los ideales individuales (que pueden incluir los deberes hacia uno mismo) y los deberes hacia a los animales y el resto de la naturaleza.

La propuesta de Scanlon se inscribe dentro de las teorías de la razón práctica. En la introducción de su libro señala que los juicios sobre lo correcto y lo incorrecto son afirmaciones acerca de razones, pues conllevan la adecuación de las razones que tenemos para aceptar o rechazar principios de conducta bajo ciertas condiciones. A la par, afirma que la fuerza motivacional consiste en el poder de dichos juicios para suministrar razones, y que el método de razonamiento se basa en un ejercicio de constante justificación: los principios correctos de conducta son aquellos que podemos justificar frente a los demás. La teoría de Scanlon se opone a la conocida tesis de Hume de que la razón no puede suministrar ni el contenido ni la fuerza motivacional de las consideraciones morales.

A la par de distanciarse de este tipo de subjetivismo, Scanlon se deslinda del consecuencialismo y el utilitarismo. Rechaza la tesis consecuencialista según la cual la moral exige que maximicemos el bien, y también se opone a la idea de que lo que hay que maximizar es el bienestar individual, idea característica del utilitarismo

Asimismo, enfatiza la importancia que tienen nuestras relaciones con los demás. Según Scanlon, el valor fundamental al que respondemos al seguir las exigencias de la moral es justificar nuestras acciones frente a los otros en términos que ellos no podrían rechazar razonablemente. Esta es la base normativa o motivacional de los juicios sobre lo correcto y lo incorrecto. Su contenido se establece mediante aplicaciones de la fórmula contractualista que Scanlon ilustra con múltiples ejemplos.

Mediante esta problematización filosófica, The Good Place ilustra de manera muy acertada dicha dicotomía y cómo empleamos el idealismo práctico sobre lo que a cada uno le corresponde hacer. 


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Imagen de portada: The Good Place / Netflix