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Estos son los postulados en los que está apuntalado el universo del tantra hindú

Pocas corrientes de pensamiento han sido tan malentendidas, satanizadas, sobreexplotadas, rebajadas y en general desvirtuadas como el tantrismo. Como ha dicho un maestro contemporáneo de budismo tántrico, el tantra que se encuentra en Occidente, particularmente en California (o en lugares que exportan su particular estilo) es una mezcla de soft porn y new age que poco tiene que ver con el tantra que se practicó y se sigue practicando en la India y en países como Nepal, el Tíbet y otros más. Algo similar ha ocurrido con el yoga, y no es de extrañarse, pues el tantra y el yoga tienen importantes puntos de unión

El tantra es un movimiento que surge en la India alrededor del siglo V y VI de la era común, fundamentalmente en el contexto de devotos al dios Shiva (aunque en algunos casos, posteriormente, la diosa Devi o Shakti es igualmente importante). Se trata de un movimiento contracultural y antinómico que subvierte las categorías brahmánicas binarias como lo puro y lo impuro, y utiliza diversas técnicas que hacen eco de la magia y el chamanismo, incluyendo el uso de sustancias intoxicantes y prácticas sexuales. En Occidente, muchas personas creen que el tantra es sinónimo de sexo, o de un tipo de sexo espiritual que además tiene el potencial de multiplicar los orgasmos. Aunque se puede entender de dónde viene este concepto, es sin duda una distorsión de lo que es el tantrismo.

Explicar a profundidad lo que es el tantra sería imposible aquí (y hay quien argumenta que, de hecho, no se puede explicar conceptualmente, sino que debe practicarse y para practicarse se requiere la iniciación de un maestro calificado). Dicho eso, se pueden entender algunos de los principios básicos del tantra de manera filosófica, es decir, la visión metafísica sobre la cual está apuntalada la práctica del tantra

Actualmente, uno de los más importantes estudiosos del tantra, el yoga y la alquimia india (estas tres son disciplinas que se interconectan de manera indisociable) es David Gordon White. En su libro Alchemical Body ofrece siete puntos que sintetizan el universo tántrico. White tiene la teoría de que la alquimia india (rasayana) nace en un entorno tántrico y está estrechamente vinculada en su temática y en sus prácticas con el tantrismo shaiva.  

1. Es un universo divino, que afirma el mundo: el universo es un campo en el que la deidad se actualiza a sí misma y ofrece actualización (deificación) a aquellos que la propician (no se exige la renuncia, sino la transformación de la perspectiva). 

2. Es un universo antrópico, aparentemente creado para la autorrealización del ser humano (el ser humano es el microcosmos).

3. Es un universo pulsátil o vibratorio en el que la materia, las almas y el sonido son la misma sustancia de la deidad que se emana a sí misma hacia la manifestación, donde esa deidad generalmente se identifica con Shiva y su automanifestación o reflejo toma la forma de la Diosa.

4. Es un universo binario, sexualizado, en el que el cambio y la transformación son vistos como las varias instancias de una interpretación de principios masculinos y femeninos.

5. Es un universo vertical, jerárquico, en el que aquello que es más alto y cercano a la fuente de lo manifiesto es más sutil y capaz de abarcar, penetrar y ser reabsorbido [en la deidad] que aquello que está más abajo en la gran cadena de seres.

6. Es un universo radiante, en el que la fuente del mundo manifiesto está localizada en el centro de una vasta red o una taxonomía metafísica de divinidades, fonemas, sustancias, etc., todos los cuales están interconectados a través de un complejo juego de correspondencias.

7. Es un universo emancipatorio, un universo que es primordial y virtualmente libre: nacido del juego ilimitado de la conciencia divina en todas sus partes constituyentes, incluyendo el cuerpo humano y el espíritu al igual que la materia bruta, los cuales son intrínsecamente libres (y el sentido del universo es el reconocimiento de esa libertad que es igual a la identificación con la conciencia divina ilimitada).


 

Imagen de portada: Picryl / CC