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Surge la polémica de por qué priorizar la apertura de ciertos sitios o giros durante la pandemia

¿Qué es lo esencial? Para las sociedades actuales es esencial poder seguir comprando cosas. Los lugares de consumo son más importantes que los lugares culturales o religiosos. En otras palabras, la economía no soporta que no haya "crecimiento". Esto se ha notado, por ejemplo, en España y en México durante la pandemia, entre otros.

Aunque se entiende que las escuelas, las bibliotecas y las librerías estén cerradas durante una pandemia, particularmente en sus momentos más agudos, resulta por lo menos polémico que se abran los centros comerciales y otro tipo de plazas antes que dichos sitios. Se puede argumentar que los centros comerciales son menos propensos al contagio, pero al menos las bibliotecas y las librerías no tienen ninguna característica que las hagas más o menos "peligrosas" que, por ejemplo, las tiendas de ropa. 

Un artículo en El País justamente se pregunta sobre la prioridad que manifiesta nuestra civilización. Entre otras virtudes, el texto recupera uno de los discursos más célebres y emotivos de Federico García Lorca, el cual, de hecho, puede considerarse un elogio al libro y la cultura escrita, y cuyo inicio es contundente sobre este tema:

No soóo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle, no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro.

Y en otra parte:

Y yo ataco desde aquí violentamente  a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales, que es lo que los pueblos piden a gritos. (...) Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros? ¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras.

Otro poeta y escritor que se preocupó antes por la cultura, ante otra crisis que tocaba peligrosamente los fondos, fue Víctor Hugo. El gran autor francés creía, al revés, que cuando la crisis se presenta es el momento en el que hay que redoblar la educación y el conocimiento, pues se corre el peligro de que se exacerbe la ignorancia, el miedo y otras emociones que se ven fácilmente detonadas por los momentos de caos e incertidumbre, especialmente si no hay espacios para pensar y cultivarse. Hugo creía que en esa instancia era necesario "multiplicar el pan del espíritu como el pan del cuerpo. Habría que multiplicar las escuelas, las cátedras, las bibliotecas, los museos, los teatros, las librerías".

Aunque la preocupación por la economía y la salud es legítima, también lo es la preocupación en torno a la constante pérdida de importancia que tiene la cultura en nuestra sociedad. Entre las industrias más afectadas por la pandemia está, de hecho, la cultural (una industria que es más que eso). Asimismo, muchos gobiernos que buscan reaccionar a la crisis económica han apostado fuertemente por una educación casi exclusivamente tecnológica y científica dejando de lado las carreras humanísticas, hasta casi el punto de penalizar a los jóvenes que se decantan hacia campos como la historia y la filosofía. Aunque abrir librerías y bibliotecas no necesariamente se traduce en educación y cultura, es evidente que hay una degradación cultural en el mundo y que esto es enormemente peligroso, especialmente en un tiempo en el que se necesita de la imaginación humana y no sólo de algoritmos.

 


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