Sabemos que la cafeína es la sustancia psicoactiva más consumida (y socialmente aceptada) en el mundo. Además, existen muchos beneficios de tomar café de manera regular (en una proporción de hasta cuatro tazas al día), por ejemplo: reduce la probabilidad de desarrollar diabetes tipo 2 y de desarrollar enfermedades neurodegenerativas, mejora la digestión, es diurético y mejora el asma y algunos tipos de alergias. También es de creencia común que la cafeína contribuye a mantenernos alerta y puede ayudar a concentrarnos pero, por el mismo efecto, es capaz de alterar el sueño.
Recientemente, un equipo de investigadores de la Universidad de Basilea, en Suiza, realizó un estudio para explorar los posibles efectos negativos que tiene la cafeína en la estructura cerebral. El estudio fue publicado en la revista de la Universidad de Oxford, Cerebral Cortex, y lo puedes consultar en este enlace.
El equipo, dirigido por la Dra. Carolin Reichert y el Dr. Christian Cajochen, ambos miembros del Hospital Psiquiátrico de la Universidad de Basilea, tomó como muestra a veinte adultos jóvenes sanos que eran consumidores habituales de café. A todos se les pidió que tomaran una pastilla, sólo que unos tomaron pastillas con dosis de cafeína y otros una pastilla con un placebo, esto durante dos periodos de diez días. A todos se les pidió que no consumieran ninguna otra fuente de cafeína durante ese tiempo (té negro, bebidas adicionadas con cafeína, etcétera).
Una vez pasados los diez días, los investigadores examinaron el volumen de materia gris de cada uno de los participantes. Recordemos que la materia gris es la sustancia que se encarga del procesamiento de información que llega a nuestras neuronas.
En los resultados se observó que los participantes que habían tomado el placebo tenían un mayor volumen de materia gris en comparación con aquellos que habían consumido cafeína. Al margen, cabe anotar que en ninguno de los grupos se registraron alteraciones en el sueño.
La Dra. Reichert afirmó que estos resultados no significan necesariamente que el consumo de cafeína tengan un impacto negativo en la estructura cerebral, sobre todo porque los cambios en la morfología del cerebro son temporales. En este caso, eso implicaría que la diferencia de materia gris observada durante la prueba es recuperable. Ambos investigadores están convencidos de que son necesarios más estudios de este tipo para comprender más a fondo los impactos positivos y negativos del consumo habitual de café.
Este estudio se hizo con una dosis de cafeína muy parecida a la de una taza de café, sin embargo, también sería importante replicarlo con otro tipo de bebidas como las energéticas o los refrescos, que contienen además otras sustancias que podrían tener otro tipo de efectos en nuestra estructura cerebral.
Imagen de portada: Devin Avery / Unsplash