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Algunos estudios demuestran que los niños se infectan menos que los adultos, sin embargo, no hay evidencia científica que sea definitiva. Aun así, las tendencias observadas apuntan a que los niños tienen menos probabilidad de desarrollar la enfermedad causada por el SARS-CoV-2

En una escuela no sólo hay niños, también maestros y maestras, personal administrativo, enfermeras, personal de limpieza, etcétera. 

Aunque el nuevo coronavirus no se desarrolle de manera muy fuerte en niños, ya sabemos que las personas más afectadas son las mayores de 55 años y aquellas que presentan alguna comorbilidad (principalmente diabetes, obesidad, hipertensión). Además, en algunos países se ha reportado la aparición de un síndrome inflamatorio en niños contagiados por covid-19. 

Algunos estudios han observado que los niños sí pueden transmitir el virus a los adultos, pero aún no hay pruebas suficientes para saber si la transmisión de niño a adulto es igual o menor que la de adulto-adulto. 

El equipo del epidemiólogo Arnaud Fontanet, del Instituto Pasteur, inició una investigación en un pueblo al norte de París. El estudio inició en marzo pasado, cuando las escuelas en Francia no cerraban todavía en su totalidad. La investigación tuvo como primer objetivo saber qué tan rápido se esparcía el virus en las escuelas.

A nivel medio superior, el virus alcanzó al 38% de los alumnos, 43% de los profesores y 59% del personal administrativo y de limpieza. Por otro lado, en seis escuelas primarias, sólo tres alumnos (menores de 12 años) habían contraído el virus. Lo más probable es que se hayan contagiado por contacto con otros miembros de sus familias y no por alguno de sus compañeros. Hasta donde la investigación pudo concluir, estos tres niños no contagiaron a ninguna persona cercana a ellos.

La decisión de cerrar las escuelas ha sido una de las medidas más acertadas durante esta pandemia. Sin embargo, el cierre prolongado tarde o temprano se volverá muy difícil de mantener. Lo anterior debido a que, como mencionamos más arriba, no sólo los niños son los que van a la escuela, sino que muchas otras personas dependen económicamente de laborar en espacios educativos. Además de que en términos de bienestar mental, mantener a los niños en espacios cerrados y sin convivencia con otros puede tener consecuencias no favorables. 

Por esta razón es necesario encontrar maneras de reabrir las escuelas y garantizar, en la medida de lo posible, la máxima seguridad sanitaria. 

Por ejemplo, en los países en donde se han reabierto las escuelas de manera paulatina, se ha optado por tomar la temperatura de los niños. Establecer un control de este tipo no asegura que se identifiquen absolutamente todas las infecciones, pero sí ayudará a detectar algunas en tiempo oportuno. 

Asimismo, es de vital importancia que las autoridades educativas de cada país, estado y región tengan un protocolo claro en caso de que un niño presente síntomas de covid-19. Este protocolo debe ser difundido y cumplido de manera apropiada por profesores, padres de familia y todo el personal involucrado en los espacios escolares. 

Una de las medidas que mejor han funcionado (y funcionarán hasta no tener una vacuna o tratamiento efectivo) es la distancia social. Con todo, en semanas recientes se ha evidenciado la dificultad de hacerla cumplir en locales donde confluyen varias personas a la vez. En el caso de las escuelas, los espacios suelen ser muy reducidos y el número de personas presentes en un mismo momento es muy grande. Este obstáculo, sin embargo, también se presenta como una gran oportunidad para aprovechar los espacios fuera de las aulas. Por ejemplo, en algunos países europeos, los niños están tomando sus clases en espacios abiertos como parques o incluso cementerios.

Por último, también es muy necesario que los niños se formen el hábito de lavarse la manos durante veinte segundos varias veces al día.

 

¿Qué hay con los cubrebocas? ¿Es necesario que los niños los usen?

Los cubrebocas han demostrado ser una de las herramientas más útiles para disminuir la probabilidad de contagio. Sin embargo, para muchos niños y niñas puede ser muy incómodo usarlos durante largos periodos. 

En China, las escuelas permiten que los alumnos se retiren los cubrebocas sólo durante la hora del almuerzo o cuando los alumnos están separados por vitrinas de acrílico o vidrio. En Israel, es obligatorio que los niños mayores de 7 años usen cubrebocas fuera del salón de clases, además de que para los niños de cuarto grado en adelante también es obligatorio usarlos en todo momento (incluso durante el tiempo que pasan en el autobús escolar). 

En países como México, las escuelas siguen cerradas y aún no hay fecha de regreso para las clases presenciales. Se espera que por lo menos durante agosto y septiembre las clases se sigan impartiendo en línea. Asimismo, las autoridades sanitarias del país han hecho obligatorio el uso del cubrebocas sólo en lugares donde sea imposible mantener la distancia física (1.5 metros), como en el transporte público, en centros comerciales, hospitales, etcétera. 

Muchos gobiernos se enfrentan al reto de implementar medidas efectivas para evitar el contagio en escuelas de todos los niveles. En América Latina el obstáculo es aún mayor que en Europa. Las escuelas tienen espacios limitados para muchos alumnos. A simple vista esto se resolvería con clases en línea, sin embargo, no todos cuentan con equipo de cómputo o conexión de Internet. 

Es muy importante resaltar que estos datos obtenidos no son concluyentes y tampoco muestran una tendencia generalizable a todos los niños de todas las escuelas del mundo. Estudios como los mencionados (tanto los que tienen resultados positivos, como negativos) ayudan a comprender de mejor manera cómo se comporta el virus en diferentes condiciones, los resultados de estas investigaciones no son definitivos. No obstante, establecen un terreno común para seguir investigando las características de este nuevo virus.

 

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Imagen de portada: La voz de Galicia