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En enero de 2015 fue descubierto un objeto fuera de nuestro sistema solar. ¿De verdad existe?

En enero de 2015, Konstantin Batygin y Mike Brown, astrónomos de Caltech (Instituto Tecnológico de California), anunciaron los resultados de una investigación. Uno de sus más grandes descubrimientos es la evidencia de la existencia de un planeta que tiene una inusual órbita en el exterior de nuestro sistema solar. 

Este objeto puede ayudar a trazar las órbitas de por lo menos cinco objetos más pequeños que se descubrieron en el cinturón de Kuiper. Es un disco que orbita alrededor del sol y que se encuentra a entre treinta y cincuenta y cinco unidades astronómicas (ua). Gerard Kuiper fue quien predijo su existencia en 1951. 

Jim Green, el director de la División de Ciencia Planetaria de la NASA, ha dicho que la posibilidad de que exista un nuevo planeta es muy emocionante. Sin embargo, aún es muy pronto para afirmar que el objeto resultado de esta predicción sea precisamente un cuerpo celeste de ese tipo.

Cabe mencionar, asimismo, que estos datos no fueron resultado de la observación directa sino de modelos matemáticos y simulaciones por computadora. 

De ahí que a este hallazgo se le haya bautizado como Planeta X.

 

¿Qué es un modelo matemático y para qué funciona?

Un modelo matemático es uno de los muchos tipos de modelos científicos que usan fórmulas matemáticas para expresar relaciones, hechos, variables, entidades y operaciones para estudiar los posibles comportamientos de sistemas complejos ante situaciones complicadas de observar en la realidad. 

En el caso del llamado Planeta X, los astrónomos usaron un cierto tipo de modelo matemático para saber qué hay fuera de nuestro sistema solar. Este es un ejemplo de que algunos descubrimientos científicos no necesitan pasar obligatoriamente por la prueba de la observación directa.

Gracias a dicho modelo matemático, los científicos creen que el Planeta X podría tener una masa diez veces mayor a la de la Tierra y un tamaño similar al de Urano o Neptuno. El modelo matemático también ayudó a establecer la distancia entre la órbita del Planeta X y el sol: aproximadamente 4.6 billones de kilómetros, lo que significa que tardaría entre diez mil y veinte mil años en orbitar alrededor del astro. 

Entre la comunidad científica existe actualmente un debate para precisar si en verdad este objeto existe o no. Estos debates son los que nutren cualquier disciplina científica y se basan en argumentos sistematizados y otras propuestas que contrapongan teorías, métodos, técnicas y resultados. Además, estos nuevos descubrimientos e intercambios continuos dan pie a nuevas investigaciones. 

Por ejemplo, la que lleva a cabo la Iniciactiva de Agujeros Negros (Black Hole Iniciative) de la Universidad de Harvard. Este es un programa interdisciplinario en el que trabajan estudiantes e investigadores de diferentes disciplinas científicas, notablemente de física, astronomía y filosofía. El trabajo conjunto de los investigadores los ha llevado a idear un nuevo método para detectar agujeros negros en el exterior del sistema solar. Con este método esperan contribuir a averiguar si el objeto que descubrieron Batygin y Brown es un planeta o se trata de un agujero negro. 

El estudio de la Iniciativa de Agujeros Negros fue aceptado para ser publicado en la revista Astrophysical Journal Letters, una publicación especializada en la difusión de investigaciones en el campo de la astrofísica.

"Debido a que los agujeros negros son intrínsecamente oscuros, la radiación que la materia emite en su camino hacia la boca del agujero negro es nuestra única manera de iluminar este oscuro entorno", dijo Avi Loeb, profesor de la Universidad de Harvard y miembro del equipo que está detrás del nuevo método.

El equipo planea usar el Gran Telescopio para Rastreos Sinópticos del Observatorio Vera C. Rubin. Gracias a este telescopio se ha realizado un amplio estudio de campo de diez años de duración. El lanzamiento de esta sonda está previsto para el año 2022, de manera que se puedan observar las llamaradas de acreción (la agregación de materia a un cuerpo) de pequeños objetos de la nube de Oort, ya que una de las hipótesis es que estas llamaradas interactúan con los agujeros negros del sistema solar exterior. La nube de Oort es una nube teórica (es decir, no hay evidencia empírica de su existencia) de pequeños objetos helados que rodean al sol a una distancia que alcanza hasta 3.2 años luz de distancia.

Una vez que la sonda y el telescopio sean lanzados al espacio, el equipo espera poder separar los planetas de los agujeros negros teniendo como guía los modelos matemáticos que emplearon Batygin y Brown.

"Este método puede detectar o descartar los agujeros negros de masa de planetas atrapados en el borde de la nube de Oort, o cerca de cien mil unidades astronómicas", señaló en un comunicado Amir Siraj, estudiante de Harvard y miembro del equipo.

Y esperan comenzar con el misterioso Planeta 9 como su primer candidato, pues creen que podría ser un agujero negro con una masa similar a la de un planeta.

 

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