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El cambio es propio de la existencia; resistirse a ello sólo provocará que perdamos las oportunidades que nos ofrece

La vida, como sabemos, se encuentra en movimiento perpetuo. De un instante a otro las circunstancias en que vivimos cambian, a veces suave y casi imperceptiblemente, y a veces de una manera más bien radical. 

El ser humano, sin embargo, muy pocas veces tiene conciencia de ello y, por lo mismo, casi nunca está preparado para recibir un cambio importante en su existencia. En términos generales la mayoría de nosotros vive esperando que las cosas continúen siendo de cierta de manera, que el ritmo de la vida que llevamos se conserve, que la existencia no cambie (o al menos no cambie de manera inesperada, sin nuestro “permiso”). Por supuesto, la vida ocurre de otra manera.

¿Pero entonces qué hacer con los cambios? ¿Cómo responder ante la contradicción que puede percibirse en el hecho de que el ser humano necesita de cierta estabilidad para conducir su existencia pero, por otro lado, las circunstancias de esta pueden minar y aun hacer explotar dicha estabilidad?

A continuación compartimos diez formas en que es posible experimentar los cambios de la vida no desde el padecimiento, la resistencia o el apego a lo que ya no es, sino más bien desde una perspectiva más orientada al desarrollo personal. Veamos.

 

1. Crecimiento personal

El primer efecto de toda crisis es que las crisis son capaces de detonar un proceso amplio y definitivo de crecimiento personal. Como han señalado distintas escuelas de pensamiento e incluso diversas tradiciones espirituales, es en la adversidad donde descubrimos cualidades de nuestro ser, nuestra personalidad y aun de nuestras condiciones de vida que nunca antes habíamos advertido o que no sabíamos que éramos capaces de desarrollar.

El cambio trae crecimiento, necesariamente, sobre todo si nos entregamos conscientemente a él.

 

2. Flexibilidad

Vivir un tiempo de cambio requiere un grado importante de flexibilidad por nuestra parte. Como se señala en el budismo, el apego es la fuente del sufrimiento. En el caso de una situación crítica, es sumamente común (y, de hecho, muy humano) querer continuar viviendo con las mismas ideas, los mismos patrones de pensamiento y conducta, los mismos hábitos y rutinas que teníamos. No obstante, si las circunstancias han cambiado, ¿cómo podemos esperar que nuestras viejas actitudes sigan funcionando? Resistirse a cambiar sólo genera tensión con uno mismo y con los otros, equivocaciones, malentendidos y otros efectos contrarios que nacen del desfase que existe entre la realidad y la manera en que la vivimos.

Sé flexible, tanto como puedas. Fluir con el ritmo de los acontecimientos es la mejor manera de navegar.

 

3. Mejoras

Si bien en un momento crítico no siempre es sencillo pensar positivamente, si puedes hacerlo te darás cuenta de que los momentos de cambio son en esencia oportunidades para mejorar. Si se llegó a una crisis es porque algo que se hizo dejó de funcionar. 

Aprovecha esas coyunturas para cambiar lo que necesita cambiarse y, de ese modo, mejorar tus condiciones de existencia.

 

4. El valor de la vida

Las crisis tienen el poder (no siempre bien aceptado) de que permiten distinguir con notable claridad lo superfluo de lo fundamental en prácticamente todos los aspectos de la vida, desde lo material hasta lo más íntimo.

En un momento de cambio, pregúntate qué de tu situación anterior realmente necesitas y qué puedes dejar en el camino.

 

5. El “efecto dominó”

Las crisis suelen desatar una reacción en cadena en la existencia. Una ruptura amorosa, la pérdida de un empleo, una revolución social, la muerte de un ser muy querido: ¿cuántas personas no han visto transformada su vida luego de un suceso de este tipo?

Si bien algunos de esos cambios paralelos son un tanto imprevisibles e incontrolables, te invitamos a considerarlos como parte de ese proceso general de renovación.

 

6. Fortaleza

Un efecto importante de las crisis suele ser la fortaleza. Si una persona consigue sobreponerse a un cambio importante en su vida, muy posiblemente emergerá con un mejor conocimiento de sí, de sus posibilidades y sus limitaciones y con aprendizajes decisivos sobre sí misma y sobre la existencia. 

Y todo esto se traduce directamente en fortaleza de mente y espíritu.

 

7. Progreso 

Como decíamos en el primer punto, los momentos de cambio pueden traer consigo un desarrollo importante, tanto a nivel personal como colectivo. En ese sentido, las crisis pueden convertirse en momentos que nos proyecten hacia un mejor estado.

 

8. Oportunidad 

A lo largo de este texto ha sido recurrente hablar del cambio como una oportunidad. En efecto: incluso cuando en el momento pueda parecer difícil comprenderlo así –pues con frecuencia un cambio suele llegar, por definición, con caos y trastorno–, las crisis nos ofrecen múltiples oportunidades, por ejemplo, para darnos cuenta de cosas de nuestra vida que no funcionaban, o para realizar otros cambios importantes en nuestras ideas y nuestros hábitos, o simplemente para corregir y rectificar.

 

9. Un nuevo comienzo

En el sentido del punto anterior, es claro que un momento de crisis o de cambio nos enfrenta a la posibilidad de comenzar de nuevo. El fin de una relación, el cambio de lugar de residencia, la pérdida de un trabajo, la muerte de un ser querido, la experiencia de una enfermedad grave… De alguna manera, todas estas situaciones difíciles son retos que nos pueden llevar a replantear casi por completo la forma en que conducimos nuestra existencia, y entonces comenzar de nuevo.

 

10. Romper con la inercia 

En la vida es hasta cierto punto normal caer en ciertas inercias: con respecto a nuestros pensamientos, nuestras rutinas, nuestras relaciones, etc. De algún modo, esto es muy humano, pues hay ámbitos de la vida que requieren de cierta ritualidad, cierta inercia, para vivirse.

Sin embargo, dado que la existencia está cambiando todo el tiempo, llega el momento en que dichos patrones entran en contradicción franca con la realidad en que vivimos. La inercia se revela entonces más como un obstáculo que como un método para vivir.

Los cambios nos permiten descubrir esas inercias y romper con ellas. En ese sentido, nos encaran también al desafío de vivir la vida con mayor creatividad, utilizando los recursos a nuestro alcance para responder a los cambios de la existencia.

 

¿Qué te parece? ¿Qué experiencia tienes tú con los cambios que has tenido en tu vida? ¿Qué enseñanzas te han dejado? No dudes en compartir con nosotros tu opinión en la sección de comentarios de esta nota, o a través de nuestros perfiles en redes sociales.

 

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