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Toriz, uno de los escritores mexicanos del momento, nos trae un libro que se resiste a clasificaciones

Rafael Toriz es uno de los escritores mexicanos jóvenes más destacados, acuñando una prosa llena de humor, ritmo e inteligencia crítica. Toriz, radicado en Argentina actualmente, ha recibido en México los premios nacionales de ensayo Carlos Fuentes y Alfonso Reyes. Es colaborador de numerosos medios impresos en México y Argentina y autor ya de unos cinco libros.

Su nuevo libro, La distorsión, acaba de ser editado por Penguin Random House, y se estará presentando oficialmente en la ciudad de México el jueves 13 de junio en punto de las 19.30 horas en Bucardón (Donato Guerra #1, entre Reforma y Bucareli). 

Este texto oscila entre un bildungsroman, una novela que relata el crecimiento moral de un personaje y el coming of age de un joven, sólo que no es estrictamente una novela. Se trata de lo que se podría llamar un ensayo de formación. O un diario escrito a destiempo.

Cuenta, ciertamente, la historia de crecimiento de un personaje, sus diversos ritos de iniciación -el amor, el sexo, el miedo, los viajes, la escritura,- su continua expulsión del Paraíso. Pero esta historia de crecimiento también lo es de sus antepasados -pues el pasado siempre está en constante expansión-, y además es el relato del anhelo de un contexto.

Este libro es el bestiario de una memoria. O la cartografía de un olvido. Si es verdad aquello de que las historias no se escriben sino que se heredan, La distorsión pretende dar cuenta, a través de diversos registros narrativos, de un narrador que relata la historia aparente de su familia a través de viñetas, postales, recuerdos, imágenes y testimonios oídos al pasar para dibujar el presente y el perfil del exiliado de un país inexistente, marcando de paso las edades regionales de una lengua mexicana vuelta hacia la fantasía: puntos de vista que convergen en el centro de un relato que se borra.

Lo que es seguro es que la prosa de Toriz y su insaciable curiosidad intelectual hacen de este viaje algo nunca aburrido.