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¿Es la India la cuna de la civilización?

Arte

Por: Jimena O. - 05/09/2019

La enorme polémica sobre la civilización védica-aria

Generalmente se considera que Mesopotamia es la civilización más antigua, pues floreció en el cuarto milenio a. C. Algunos arqueólogos y antropólogos han puesto esto en duda, pues se han encontrado elaboradas construcciones religiosas en Göbekli Tepe (actualmente Turquía), cuya datación podría estar entre el décimo y el octavo milenios a. C. Pese a la gran antigüedad de esta civilización, que podría reescribir la historia según algunos expertos, Mesopotamia sigue siendo "la cuna de la civilización" para la mayoría, ya que allí se han encontrado las muestras más antiguas de escritura y en general de los diferentes rasgos culturales que son entendidos como parte de una alta civilización.

La competencia más seria para esta distinción podría no venir de Turquía sino de la India, de la llamada civilización del valle Indo, que algunos indólogos han rebautizado como civilización del Sindhi-Sarasvati. Actualmente sabemos que una civilización floreció en la India en la Edad de Bronce, construyó ciudades -el complejo de Harappa y de Mohenjo-Daro- y quizá dejó una especie de escritura, la cual de acuerdo con los indólogos nacionalistas podría ser un protosánscrito y el origen de todas las lenguas indoeuropeas. Esta sería no otra sino la misma cultura védica que legó uno de los textos religiosos complejos más antiguos de la historia, el Rig Veda, acaso superado por la Epopeya de Gilgamesh (si aceptan las fechas del mainstream académico), pero de una complejidad, una belleza y un misterio incomparables. 

La historia de la cultura védica es objeto de la más candente polémica en la academia contemporánea. En 1786, Sir William Jones notó que el sánscrito debía de ser un cognado de la mayoría de las lenguas europeas. Esto detonó una ola de interés en la indología y en la filología comparada. Se establecieron, a grandes rasgos, dos posturas. Una consideraba que la India debía de ser el origen de la civilización, pues los Vedas eran los textos indoeuropeos más antiguos. En lo que parecía ser una suerte de nuevo Renacimiento, ahora recuperando las ideas indias y no las griegas, algunos pensadores de la época como Schlegel, Novalis y Schopenhauer vieron en la antigua sabiduría de la India un principio unificador, la primera irradiación de la mente humana. Schopenhauer famosamente declararía, pese a leer una traducción lejana de los originales, que las Upanishad eran lo más alto que había producido el  espíritu humano: "han sido el solaz de mi vida y serán el consuelo de mi muerte".

La otra postura, que acabó imponiéndose, vio en cambio una oportunidad para justificar la colonización y afirmar la supremacía intelectual europea, pues los "arios" o "nobles" que son descritos en los himnos védicos debían de ser las tribus indoeuropeas, caucásicas, que habían migrado a la India llevando flamantes carros, caballos y sobre todo, el espíritu civilizatorio. Ya antes “Occidente” había difundido algunas chispas de su inteligencia, ahora debía terminar la misión, llevando la antorcha de la razón para concluir la maduración intelectual y moral de Oriente. La teoría de la invasión de las tribus indoarias al valle Indo, donde se encontraba una cultura aborigen en decadencia, cobró aceptación en la academia. Pese a la ausencia de evidencia arqueológica, se interpretó que las frecuentes menciones que hacen los himnos del Rig Veda de una serie de disputas entre un grupo de dioses solares (los devas) y otro grupo de divinidades (los asuras), o de los mismos arios y los dasyus (los "sirvientes"), debía de describir la conquista de los pueblos dravídicos, incivilizados y de piel oscura por parte de los arios, que se identificaban con los devas.

En el último siglo esta teoría fue renombrada "teoría de la migración", haciendo énfasis en la mezcla de los indoarios con las poblaciones indígenas. Se basa, entre otras cosas, en cierta especulación filológica, en la mención de ciertos metales, la ausencia de caballos en la zona (y su mención en los Vedas) y, recientemente, en evidencia genética de dos importantes migraciones al valle Indo. No obstante, Basham, Radhakrishnan, Panikkar y otros académicos, han mencionado que la civilización védica no logró realmente progresar hacia su esplendor filosófico hasta después de mezclarse con los pobladores locales.

Por otro lado, una serie de académicos occidentales y sobre todo indios, notaron que no existe evidencia arqueológica de la migración (o invasión) y que el mismo pueblo indio no tiene ninguna memoria de esta migración. El descubrimiento de la civilización del Indo, con el complejo urbano de Harappa, muestra que una civilización avanzada floreció en la India durante la Edad de Bronce. Los proponentes de la teoría indigenista sostienen que la cultura védica es la continuidad de la civilización del valle Indo, que han renombrado como Sarasvati-Sindhu, en referencia al río Saravsati, que es mencionado prominentemente en el Rig Veda y se considera que nutrió a esta civilización antes de secarse. Controversialmente, algunos académicos han identificado el Saravsati con el río Ghaggar-Hakra, del cual las imágenes satelitales confirmaron que era mucho más caudaloso de lo que es actualmente. La conclusión a la que llegaron es que la cultura de Harappa era la misma que la aria. El hecho de que no existieran menciones de centros urbanos en los Vedas no es aceptado como una prueba, pues incluso si se considera que la migración indoaria ocurrió durante el segundo milenio a. C., los indoarios debieron de encontrarse con estas urbes y de cualquier manera no las mencionaron. La coexistencia de culturas nomádicas y urbanas es algo que ha ocurrido durante milenios en la India. Además, según la interpretación de algunos indólogos, siguiendo a Jacobi, existe evidencia en los textos de la observación de posiciones astronómicas que implicarían que la composición de los Vedas es mucho más vieja.

Muchos de los nacionalistas modernos han seguido a Aurobindo y a Tilak. El místico y erudito Sri Aurobindo avanzó en su libro The Secret of the Veda la hipótesis psicológico-simbólica de los Vedas. Para Aurobindo, el Rig Veda no es una serie de textos dispares, a veces incomprensibles, que reflejan un animismo primitivo. Se trata, más bien, de un conocimiento esotérico cifrado en símbolos. Es una especie de código mistagógico, reservado por una élite intelectual y espiritual para preservar su conocimiento. La supuesta segregación entre los arios y los dravídicos es en realidad una diferenciación entre iniciados y no-iniciados, no un conflicto racial, e incluso, una descripción metafórica de procesos internos de la conciencia. Las vacas son símbolos de la luz, los caballos del prana, el soma del éxtasis divino, la aurora de la iluminación, y así sucesivamente. 

Siguiendo esta lectura simbólica, los indigenistas han hecho un revisionismo de la historia y del Veda. Algunos creen haber encontrado un código astronómico y matemático que haría al Veda mucho más antiguo. Lo que es cierto, como ya notaron Monier Williams o Staal, es que los védicos parecen haber desarrollado la geometría antes que los griegos, incluyendo el llamado teorema de Pitágoras, el cual emplearon para construir sus altares para el sacrificio del fuego. 

Los que defienden la teoría indigenista han empujado drásticamente las fechas hacia atrás, y llegan a datar los Vedas hasta el año 4500 a. C. o antes. Esto significa más de 3 mil años antes de la fecha comúnmente aceptada, si bien fijada más o menos arbitrariamente por Max Müller. Lo anterior invertiría la narrativa de la historia y la India podría considerarse la "cuna de la civilización". Estas fechas, por otra parte, aunque suenan escandalosas en Occidente, en la India no lo son tanto, cuando se toma en cuenta que su concepción del tiempo es cíclica. La sabiduría no es algo que se va desarrollando con el tiempo a través del "progreso" de la historia, a la Hegel, sino que es algo que se difundió en el origen, en el Satya Yuga y, más bien, debe preservarse y recordarse.

Sobra decir que la datación está envuelta en una guerra ideológica y es difícil encontrar imparcialidad, especialmente con el surgimiento del nacionalismo indio, el hindustav. Una voz que destaca en este sentido es la de Edwin Bryant, que en su sensible estudio al respecto concluye que la postura intelectualmente honesta de todo aquel que investiga el tema es el agnosticismo, pues simplemente no hay evidencia concluyente (aunque hay que mencionar que el trabajo de Bryant fue previo a los resultados genéticos). Bryant señala que la única solución que avisora es el desciframiento de los sellos encontrados en los centros urbanos de la civilización del valle Indo, los cuales contienen una posible escritura. Algo que, por el momento, no parece muy probable.