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Un nuevo movimiento pretende dejar de alimentar el monstruo de la fast fashion

Comprar ropa es una de las cosas que mas estimulan el consumismo y en ocasiones una especie de esclavismo moderno, en la que niños en países que ofrecen mano de obra barata trabajan en condiciones deplorables. Muchas personas incluso son adictas a comprar ropa y tienen grandes clósets de ropa perfectamente útil que no usan. En nuestra sociedad, a partir de que las compañías de marketing empezaron a promover la idea de que la ropa era una forma de autoexpresión, incluso capaz de simular una especie de expresión artística, comprar ropa nueva se ha visto como una necesidad primera. En contraposición a esto, se ha puesto de moda el "decluttering" de Marie Kondo y también un interesante movimiento de personas que simplemente han dejado de comprar ropa nueva.

En un artículo reciente, The Guardian identifica a algunas de estas personas y cuenta su historia. Es de notarse que, según la organización Wrap, tan sólo en el Reino Unido hay actualmente cerca de 30 mil millones de libras esterlinas de ropa que no se usa colgada en los clósets de los británicos. La ropa tiene allí un promedio de vida de 2.2 años, lo cual sugiere que las personas la tiran o regalan cuando todavía tiene mucha vida, como ocurre también con la tecnología digital. Cada semana se compran 38 millones de prendas y se desechan 11 millones. Después del transporte, la comida y las casas, la ropa tiene el mayor impacto ambiental. 430 mil toneladas de ropa son desechadas sin reciclarse en el Reino Unido cada año, y al mismo tiempo cada vez se vende más ropa. El panorama no es demasiado distinto en otros países occidentales. Obviamente, esto no es muy sostenible.

Por estas razones, han surgido numerosos sitios en los que se pueden hacer transacciones de ropa usada e incluso una especie de activismo a favor de esto. Se han formado comunidades para el intercambio de ropa o sitios como TRAID o Depop y, por supuesto, están las viejas thrift stores, donde se adquiere ropa de segunda mano. En los sitios de intercambio se tiene la práctica de cambiar una prenda o accesorio por otro, sin juicios de valor. Las personas que "aman" la ropa aún pueden ejercer su fascinación siempre y cuando estén dispuestas a ceder en igual medida que adquieren. Otras personas, como Sarah Fewell, quien ha creado un sitio dentro de Depop llamado Identity Party, dicen haber renunciado a comprar ropa nueva, salvo en casos específicos, como ropa de gimnasia o ropa interior, ya que prefieren no compartir tanta intimidad con los usuarios previos. A otras personas, en cambio, les parece atractivo que la ropa tenga "una historia". Fewell comenta que mucha gente se está hartando de lo que ha sido llamada la "fast fashion". Se puede pensar en este movimiento como un "slow clothing", una pausa en el consumo de ropa, una forma más consciente y frugal de vestir.

Otra tendencia dentro de este movimiento es el creciente interés por la práctica de coser o tejer los propios vestidos, algo que combina tanto una visión más sustentable con un ejercicio creativo-terapéutico que ha sido descrito como una especie de meditación, y que ciertamente es un antídoto contra la fast-fashion.

 

Foto: The Guardian