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El crítico Nicholas Carr ofrece un argumento convincente y alarmante sobre los efectos de la tecnología digital en nuestros cerebros

Las redes sociales actualmente se han convertido en las nuevas plazas públicas y han reemplazado a diversos foros de discusión. La política hoy en día se hace en Twitter. En cierta manera, Google ha reemplazado a las bibliotecas. Y Facebook, junto con Twitter, es el lugar en el que nos informamos sobre el mundo y sobre nuestros conocidos. Perdemos, entonces, contacto real, y espacio para una reflexión más pausada y profunda.

El teórico de medios Nicholas Carr, autor del libro The Shallows, lleva algunos años criticando los efectos de la tecnología digital en nuestras mentes. En una reciente entrevista con El País, Carr hizo énfasis en este aspecto de superficialidad que predomina en la red. Dice de Twitter: "Ofrece, por tomar prestada la frase del filósofo John Gray, un refugio para la insignificancia". Y sin embargo, es en Twitter en donde se hace la política hoy en día, se discuten temas fundamentales y se hacen linchamientos masivos. "Las redes sociales son inadecuadas para el discurso político", señala Carr; "Fomentan la superficialidad sobre la profundidad, la emoción sobre la razón y el pensamiento grupal por encima del crítico. Su diseño auspicia que se extienda rápidamente la propaganda y la desinformación".

Como antes han notado críticos como Heidegger, McLuhan o Rushkoff, Carr señala que: "Es una tontería pensar que la tecnología es neutral. Tiene un sesgo, nos empuja a comportarnos y a pensar de una manera determinada". Si bien la tecnología es programada por seres humanos, cada plataforma, cada aparato y cada aplicación tienen una intención y reflejan ciertos valores. Rushkoff sugeriría que, en general, reflejan los valores utilitarios del capitalismo corporativo.

Carr es especialmente crítico respecto de Google:

La visión de Google de la mente humana es industrial. Se trata de la eficiencia con la que nuestro cerebro procesa la información. Por esta razón, Google y otras compañías ponen tanto énfasis en la velocidad y el volumen de consumo de la información. Lo que les falta es una apreciación de la forma en que el cerebro transforma los fragmentos de información en conocimiento de calidad. Al bombardearnos, socavan nuestra capacidad de pensar de manera profunda, crítica y conceptual. Formas de pensar que requieren atención y reflexión. Hay evidencias científicas que demuestran que los medios digitales nos empujan hacia un pensamiento superficial y lejos del rigor. Y todo es mucho peor desde que llevamos encima un smartphone todo el tiempo.

Sin duda, este es un asunto para reflexionar. Idealmente, para reflexionar desconectándose un rato. Meditar un poco. Leer un libro.