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La verdadera riqueza debe crear belleza, no falsas necesidades

El filósofo cristiano neoplatónico y senador romano Boecio es uno de los grandes pensadores de la época medieval, enormemente influyente entre pensadores cristianos como Tomás de Aquino y el Maestro Eckhart. Boecio es famoso sobre todo por su Consolación de la filosofía, uno de los grandes clásicos de la filosofía religiosa, escrito en el siglo VI, cuando había sido encarcelado y poco antes de ser ejecutado por cargos de conspiración. Boecio fue traductor de Aristóteles y Platón y su obra fue uno de los vínculos entre la Antigüedad y la Edad Media. El texto discurre en una conversación entre Boecio y la Dama Filosofía que lo consuela, notando el aspecto transitorio de la fama y la riqueza, revelando que el único y último bien es la divinidad, y argumentando además que la felicidad no depende de factores externos o contingentes, sino que es algo interno que participa en lo eterno.

El mismo Boecio perdió sus riquezas, acusado de conspirar contra el rey ostrogodo, y murió en prisión. Fue aquí que reflexionó sobre la verdadera riqueza. El divulgador de filosofía clásica Mark Vernon resume el concepto de riqueza de Boecio en cinco puntos:

1. La riqueza es lo que uno posee (no como una posesión material, sino como experiencia, como alma o individuo). No es una convención social o un regalo de la fortuna. 

2. La riqueza nunca dice "sólo hay esto para compartir" (es siempre generosa y desapegada).

3. Satisface necesidades y no genera más necesidades. 

4. Te hace más fuerte y no te hacer servirla a ella.

5. Produce belleza.

Así que la riqueza es un buen sirviente, pero un pésimo amo. Boecio criticaba ya en su época a aquellos que hacían de los bienes materiales fines y no instrumentos -algo que es muy patente actualmente-. Asimismo, es de notarse la forma en la que la riqueza y los bienes materiales que adquirimos o consumimos, en vez de satisfacer nuestras necesidades y liberarnos para crear belleza, suelen atarnos y crear más necesidades (necesidades que no son congénitas).