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La traducción de la frase memento mori tiene una sutileza que merece tomarse en cuenta

Todos hemos escuchado la frase memento mori, y generalmente se cree que significa "recuerda que morirás", como lo encontramos en Wikipedia, pero no es así. Como bien explica el Dr. David Bentley Hart, la frase latina significa literalmente "recuerda morir", aunque la diferencia es sutil, es significativa.

 

Memento mori le susurraba su sirviente al oído a un general victorioso en su procesión triunfal en Roma. Pero luego también fue utilizado como meditación por los monjes benedictinos en sus celdas -algo que también hacen los budistas, obviamente sin usar la misma frase-.

En primera instancia se podría pensar que le frase es más apropiada si se entiende como recordar la muerte (recordar que uno va a morir), pues recuerda morir no parece ser necesario, ya que todos seguramente probaremos ser igualmente capaces de cumplir con la muerte cuando se presente la situación. Y, sin embargo, ya que la muerte no se concibe como el final absoluto, sino como un evento de máxima significación, la frase tiene sentido: recuerda morir, es decir, aprende a morir.

Por una parte la sola idea de recordar la muerte ya es fecunda para llevar una vida más significativa. Memento mori estaba relacionada a la idea de que todo bajo el sol es vanidad (vanitas), la idea que se expresa en el Eclesiastés. Vanitas memento mori se complementan, recuerda que esta vida es vana, que es pasajera e impermanente, medita en la muerte que llama como una posibilidad luminosa, que si se vive sin vanidad puede probar ser la libertad.

Pero esto se completa aún más cuando recordamos morir cada día. Desapegarnos del placer o el dolor, desanudar nuestros hábitos -cambiar de piel como la serpiente- dejar atrás nuestros temores y ambiciones mundanas para estar ligeros cuando nos encuentre la muerte. Los egipcios creían que al morir el corazón era pesado en una balanza en la que de un lado se colocaba una pluma de la diosa de la justicia (Maat). Si el corazón era más ligero o al menos igual de ligero que la pluma de Maat esto permitía que el alma disfrutará de la vida después de la muerte.  

Y, como es harto conocido, para Platón la filosofía era fundamentalmente la preparación para la muerte, una educación para morir y elevar al alma en la muerte. Recordar morir en vida -separar el alma de la pesadez mundana- era un primer paso para recordar en la muerte la eternidad de las formas divinas que el alma había contemplado originalmente. Recordar morir todos los días es lo que permite que cuando llegue la muerte seamos capaces de desprendernos.

Esto cobra un significado a un más profundo en el cristianismo, donde la muerte, el sacrificio de Dios, permite, según el dogma, la  divinización del hombre. La muerte es regeneración. Escribe Simone Weil: "La muerte es lo más precioso que se le ha dado el hombre. Por esa razón hacer un mal uso de la misma constituye una impiedad suprema...Tras la muerte, el amor."