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Una ilusión óptica sorprendente, pero también sumamente hermosa

El encanto de las ilusiones ópticas suele ser la doble sorpresa que nos depara el efecto y la explicación del efecto. Por un lado, nos sorprende que nuestros sentidos y nuestra percepción, en los que confiamos plenamente por principio de supervivencia, puedan ser engañados; por otro, cuando conocemos el fundamento de la ilusión, nos sorprende que puedan ser engañados tan fácilmente. 

Con todo, quizá encontramos algún tipo de placer secreto y hasta un poco irracional en saber que después de todo la realidad no es únicamente la que nos entrega nuestra cognición, y que hay fenómenos que pueden trampearla y hacerla titubear.

Uno de estos es esta imagen que compartimos a continuación, sobre la cual, por lo pronto, sólo diremos qué hacer con ella: mírala fijamente durante unos 10 o 20 segundos, sin parpadear. Te aseguramos que ese poco tiempo vale la pena.

¿Qué te parece? Notable, ¿no es cierto?

La razón por la cual los colores se diluyen se conoce como “efecto Troxler”, y esta es una forma un tanto más común en la que se le encuentra:

La ilusión lleva dicho nombre por motivo de la primera persona que la identificó, el medico de origen suizo Ignaz Paul Vital Troxler, quien en 1804 se dio cuenta de que cuando la mirada se queda fija sobre un punto determinado del campo visual, el campo de la llamada “visión periférica” se reduce considerablemente después de muy poco tiempo, hasta casi desaparecer. 

Después de Troxler, otros estudios determinaron que este efecto se debe a una adaptación neural totalmente justificada en la relación entre la vista y el cerebro, pues concentrar nuestra atención sobre algo en específico implica necesariamente desestimar otros estímulos, aun los que pudieran ser percibidos por el mismo sentido.

En el caso de la imagen cabe hacer notar también la ejecución del efecto Troxler a partir tanto de la combinación de colores elegida como de la textura y la disposición de éstos, que en cierto modo hace pensar en el movimiento impresionista, que por causa de la ilusión se diluye sutilmente en la mezcla y la combinación, acaso como uno de esos amaneceres pintados por Monet que también parece listo para desaparecer de un momento a otro.

 

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