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Así se veía el hombre de Cromañón, el antepasado humano más antiguo en Europa

Ciencia

Por: Jimena O. - 04/02/2018

150 años después del descubrimiento del hombre de Cromañón, un grupo de científicos volvió a analizar sus restos para imaginar sus rasgos físicos

El “hombre de Cromañón” es uno de los antecesores del ser humano moderno que habitó la región hoy conocida como Europa, hace aproximadamente 45 mil años. Uno de sus distintivos principales es que el hombre de Cromañón fue ya un Homo sapiens sapiens, a diferencia, por ejemplo, del Neandertal, también habitante de Europa, pero al cual se considera una especie distinta. No así el hombre de Cromañón, que aunque distinto en algunas de sus características físicas, era tan ser humano como cualquiera de nosotros.

Su particular nombre se debe al lugar donde fue encontrado: una cueva en Les Eyzies-de-Tayac-Sireuil al sudoeste de Francia, región donde pervive aún el idioma occitano en el que gruta se dice cro; Magnon era el apellido del dueño del terreno donde se encontraron aquellos restos, en una exploración del geólogo y paleontólogo francés Louis Lartet en 1868. (En occitano el nombre es Cro-Magnon, que en castellano se traduce como “Cromañón”). A este hallazgo se sumaron otros –como el de Grotta del Cavallo, al sur de Italia, en 1964; el de Kents Cavern, en Inglaterra, en 1927; o el de Peștera cu Oase, en Rumanía, en el 2002– que han aportado más datos sobre la presencia y la cultura de estos primeros humanos en Europa.

De su forma de vida se sabe que eran nómadas o seminómadas, que se alimentaban de la caza de animales y la recolección, que habían aprendido a tallar huesos, que conocieron el tejido, la construcción y cierto tratamiento rudimentario de las pieles de los animales; y parece ser que también desarrollaron expresiones artísticas, como la pintura en cuevas y la escultura de figuras de rasgos femeninos.

Con motivo de los 150 años del descubrimiento del hombre de Cromañón, un equipo de investigadores franceses realizó algunas pruebas sobre el cráneo desenterrado por Lartet que actualmente se conserva en el Museo del Hombre de París. Dirigidos por Philippe Charlier (médico legista y antropólogo, adscrito a la Universidad de Versailles Saint-Quentin-en-Yvelines) los científicos examinaron los restos con las tecnologías contemporáneas y determinaron que en ese caso específico es muy probable que el hombre de Cromañón sufriera de neurofibromatosis, una enfermedad de origen genético que provoca el desarrollo de tumores benignos en los nervios periféricos, además de manchas en la piel. 

Una lesión en la frente y otra en el canal auditivo izquierdo fueron los principales indicadores que el equipo tuvo para llegar a esta conclusión, además de que sus observaciones se compararon con otros restos de este tipo de humano que se conservan en Europa.

Con esta información, los científicos procedieron a reconstruir el rostro y el cuerpo del hombre de Cromañón, fiel a la patología que padecía: de ahí las protuberancias faciales en la imagen resultante. Cabe mencionar, sin embargo, que su abundante cabellera y su vello facial también profuso fueron decisiones del equipo, no del todo basadas en evidencia obtenida científicamente.

Más allá de la curiosidad, esta reconstrucción nos recuerda que el ser humano es resultado de un proceso evolutivo complejo y, al mismo tiempo, completamente accidental, fruto de las circunstancias azarosas que dieron origen a la vida y frente a las cuales nuestra especie y sus antecesores encontraron la manera de sobrevivir. Es útil mirar nuestra propia condición con perspectiva, así sea de vez en cuando.